2 CORINTIOS 4: 3-4

Si nuestro Evangelio todavía resulta impenetrable, lo es sólo para aquellos que se pierden, para los incrédulos, a quienes el dios de este mundo les ha enceguecido el entendimiento, a fin de que no vean resplandecer el Evangelio de la gloria de Cristo, que es la imagen de Dios.




sábado, 12 de septiembre de 2009

Lujan: origen indudable de la bandera Argentina - padre Gabino Tabossi



Luján: Origen indudable de la bandera Argentina

padre Gabino Tabossi


Mucho se ha dicho sobre el origen de los colores de la bandera Argentina. Se dice que su creador, General Manuel Belgrano, se Inspiró en los colores del cielo para Imprimir el azul/celeste y blanco que la caracteriza. Sin embargo, otra es la verdad: los colores de la bandera Argentina fueron tomados de los colores de la Virgen María, de Lujan. Lo confirman muchos testimonios escritos, como por ejemplo los textos del historiador Aníbal Rottjer: "El sargento mayor Carlos Belgrano, que desde 1812 era comandante y presidente de su Cabildo, dijo: "Mi hermano tomó los colores de la bandera del manto de la Inmaculada de quien era ferviente devoto". Y en este sentido se han pronunciado también sus coetáneos, según afamados historiadores". El mismo autor dice: "Después de implorar el auxilio de la Virgen, y usan de reconocimiento los colores de su imagen, por medio de dos cintas anudadas al cuello, una azul y otra blanca, y las llaman de la medida de la Virgen, porque cada una de ella media 40 cm ., que era la altura de la imagen de Lujan". O también "al fundarse el Consulado en 1794, quiso Manuel Belgrano que su patrona fuera la Concepción y que, por esta causa, la bandera de dicha institución constaba de los colores azul y blanco. Belgrano en 1812 para el pabellón nacional ¿escogería los colores azul y blanco por otras razones distintas de las dichas en 1794?". El Padre Jorge Salvaire* no conocía estos detalles y sin embargo afirma que "con razón cuentan, no pocos ancianos, que al dar Belgrano a la gloriosa bandera de su Patria los colores blanco y azul había querido, cediendo a los impulsos de su piedad, obsequiar a la Pura y Limpia Concepción de María (como) ardiente devoto".

Manuel Belgrano, que había concurrido a Lujan en 1812 con su ejército a visitar a María y rezar el Rosario con los soldados, ofrece a la Virgen en 1813 dos banderas tomadas al enemigo en la batalla de Salta. El 27… (se lee) en la sesión del Cabildo de Lujan el siguiente oficio: "Remito a Usía dos banderas de división, que el … de febrero se arrancaron de las manos de los enemigos, a fin de que se sirva presentarlas a los Señora, a nombre del Ejército de mi mando, en el Templo de ésa, para que se haga notorio el reconocimiento que mis hermanos de armas y yo estamos a los beneficios que el Todopoderoso nos ha dispensado por ella y exciten con su vista la devoción de los fieles para que siga concediéndonos sus gracias. Dios guarde años. Jujuy, 3 de mayo de 1813. Manuel Belgrano. Al Sr. Presidente, Justicia y Regimiento del Muy … la Villa de Lujan". Cumplidos todos los trámites oficiales y notificaciones debidas, las banderas fueron colocadas ante la Santísima Virgen de Lujan el sábado 1 de julio de 1813.

Luego de conocer estos hechos históricos que nos revelan que la bandera Argentina procede del Manto de la Madre de Dios, debemos comprender que Dios no se aparta de la historia. Somos los hombres los que nos apartamos de Dios, pese a Su insistencia en ayudarnos. En la intercesión de Su amorosa Madre.

LA BATALLA DE PERDRIEL Y LOS COLORES DE NUESTRA BANDERA
(Catecismo Podestá-Rosón, tomo I. Edición de 2005)

El 24 de junio de 1806, en horas de la noche, liego a la tranquila ciudad de Santa María de los Buenos Aires la noticia del desembarco inglés en las inmediaciones de Quilmes. El ejército protestante, poco más de 1.500 hombres bien pertrechados y entrenados, avanzó sin hallar mayor resistencia y tomó Buenos Aires. El Virrey Sobre Monte se refugió en Córdoba y no había ejército ni hombres preparados para resistir a las tropas inglesas.

Unos días más tarde, por dos vías diferentes, comenzaría a gestarse la Reconquista. Por un lado, el capitán de navío Don Santiago de Liniers, futuro liberador de la ciudad y de su puerto, hizo voto a la Virgen del Rosario de recuperar para Ella la ciudad y la libertad para su culto. Por otro, Don Juan Martín de Pueyrredón, reunió unos trescientos criollos modestamente armados, todos voluntarios. Será ésta la primera tropa totalmente argentina.

A ellos se unió luego el regimiento de Blandengues, con su comandante de frontera, el Tte. Cnel. D. Antonio de Olavarría. Olavarría aportó algunos pertrechos para el novel ejército; pero no uniformes ni estandarte. Estacionados como estaban en la Villa de Lujan y confiados al amparo de la Inmaculada que allí se venera, recibieron como estandarte el de la Purísima Concepción, que les ofreció el Cabildo de la Villa, al que conducirían a la batalla como bandera.

Más difícil era conseguir uniforme para toda su tropa. Sin embargo, era piadosa costumbre que los peregrinos de Lujan se llevaran como recuerdo "las medidas de la Virgen", -en esa época no había ni medallitas ni estampas- un par de cintas -una celeste como el manto de la Señora; blanca como su vestido, la otra- del largo de la imagen. Estas cintas tomó Pueyrredón y, debidamente bendecidas por el párroco, P. Vicente M. Carballo, fueron solemnemente impuestas a sus hombres a modo de distintivo. Así se transformaron en e! primer uniforme patrio y fue el origen de las escarapelas que repartieron French y Berutti en Mayo de 1810 y, luego, de la bandera creada por Belgrano.

Animados de fervor patriótico y de amor a la Madre de Dios -de quien tenían por enemigos a los anglicanos protestantes-los hombres de Pueyrredón, después de escuchar la Santa Misa en Lujan y comulgar, cruzaron armas con las tropas de Beresford en la chacra de Perdriel, en la madrugada del 1° de agosto de 1806. Los primeros, mal armados y sin entrenamiento, marchaban, con su escarapela blanca y celeste, "las medidas de la Virgen", de a pie. Los ingleses, soldados profesionales que los triplicaban en número, con armamento suficiente, lo hacían de a caballo. El resultado era seguro: los criollos fueron derrotados y desbandados en poco tiempo. Pero la batalla no fue inútil, ya que fogueó el temple de los patriotas y encendió la chispa de la resistencia.

Once días más tarde, el 12 de agosto, Buenos Aires respiraría libremente otra vez, y el Santísimo Sacramento y la imagen de Nuestra Sra. de! Rosario y "las medidas de la Virgen" podían salir nuevamente a recorrer las calles de la ciudad. Había entrado en ella D. Santiago de Liniers y las armas anglicanas habían claudicado.


*Padre Jorge Salvaire: http://www.basilicadelujan.org.ar/pages/padresalvaire.htm