2 CORINTIOS 4: 3-4

Si nuestro Evangelio todavía resulta impenetrable, lo es sólo para aquellos que se pierden, para los incrédulos, a quienes el dios de este mundo les ha enceguecido el entendimiento, a fin de que no vean resplandecer el Evangelio de la gloria de Cristo, que es la imagen de Dios.




sábado, 12 de septiembre de 2009

Cardenal Cañizares: Es recomendable comulgar en la boca y de rodillas



Cardenal Cañizares:

"Es recomendable comulgar
en la boca y de rodillas"


REDACCIÓN CENTRAL, 27 Jul. 11 / 12:04 am (ACI/EWTN Noticias)

En entrevista concedida a ACI Prensa, el Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos en el Vaticano, Cardenal Antonio Cañizares Llovera, señaló que es recomendable que los católicos comulguen en la boca y de rodillas.

Así lo indicó el Purpurado español que sirve en la Santa Sede como máximo responsable, después del Papa, de la liturgia y los sacramentos en la Iglesia Católica, al ser consultado sobre si es recomendable que los fieles comulguen o no en la mano.

La respuesta del Cardenal fue breve y sencilla: "es recomendable que los fieles comulguen en la boca y de rodillas".

Asimismo, al responder a la pregunta de ACI Prensa sobre la costumbre promovida por el Papa Benedicto XVI de hacer que los fieles que reciben la Eucaristía de él lo hagan en la boca y de rodillas, el Cardenal Cañizares dijo que eso se debe "al sentido que debe tener la comunión, que es de adoración, de reconocimiento de Dios".

"Es sencillamente saber que estamos delante de Dios mismo y que Él vino a nosotros y que nosotros no lo merecemos", afirmó.

El Purpurado dijo también que comulgar de esta forma "es la señal de adoración que es necesario recuperar. Yo creo que es necesario para toda la Iglesia que la comunión se haga de rodillas".

"De hecho –añadió– si se comulga de pie, hay que hacer genuflexión, o hacer una inclinación profunda, cosa que no se hace".

El Prefecto vaticano dijo además que "si trivializamos la comunión, trivializamos todo, y no podemos perder un momento tan importante como es comulgar, como es reconocer la presencia real de Cristo allí presente, del Dios que es amor de los amores como cantamos en una canción española".

Al ser consultado por ACI Prensa sobre los abusos litúrgicos en que incurren algunos actualmente, el Cardenal dijo que es necesario "corregirlos, sobre todo mediante una buena formación: formación de los seminaristas, formación de los sacerdotes, formación de los catequistas, formación de todos los fieles cristianos".

Esta formación, explicó, debe hacer que "se celebre bien, para que se celebre conforme a las exigencias y dignidad de la celebración, conforme a las normas de la Iglesia, que es la única manera que tenemos de celebrar auténticamente la Eucaristía".

Finalmente el Cardenal Cañizares dijo a ACI Prensa que en esta tarea de formación para celebrar bien la liturgia y corregir los abusos, "los obispos tenemos una responsabilidad muy particular, y no podemos dejarla de cumplir, porque todo lo que hagamos en que la Eucaristía se celebre bien será hacer que en la Eucaristía se participe bien".


Fuente: http://www.aciprensa.com/noticia.php?n=34214



Lujan: origen indudable de la bandera Argentina - padre Gabino Tabossi



Luján: Origen indudable de la bandera Argentina

padre Gabino Tabossi


Mucho se ha dicho sobre el origen de los colores de la bandera Argentina. Se dice que su creador, General Manuel Belgrano, se Inspiró en los colores del cielo para Imprimir el azul/celeste y blanco que la caracteriza. Sin embargo, otra es la verdad: los colores de la bandera Argentina fueron tomados de los colores de la Virgen María, de Lujan. Lo confirman muchos testimonios escritos, como por ejemplo los textos del historiador Aníbal Rottjer: "El sargento mayor Carlos Belgrano, que desde 1812 era comandante y presidente de su Cabildo, dijo: "Mi hermano tomó los colores de la bandera del manto de la Inmaculada de quien era ferviente devoto". Y en este sentido se han pronunciado también sus coetáneos, según afamados historiadores". El mismo autor dice: "Después de implorar el auxilio de la Virgen, y usan de reconocimiento los colores de su imagen, por medio de dos cintas anudadas al cuello, una azul y otra blanca, y las llaman de la medida de la Virgen, porque cada una de ella media 40 cm ., que era la altura de la imagen de Lujan". O también "al fundarse el Consulado en 1794, quiso Manuel Belgrano que su patrona fuera la Concepción y que, por esta causa, la bandera de dicha institución constaba de los colores azul y blanco. Belgrano en 1812 para el pabellón nacional ¿escogería los colores azul y blanco por otras razones distintas de las dichas en 1794?". El Padre Jorge Salvaire* no conocía estos detalles y sin embargo afirma que "con razón cuentan, no pocos ancianos, que al dar Belgrano a la gloriosa bandera de su Patria los colores blanco y azul había querido, cediendo a los impulsos de su piedad, obsequiar a la Pura y Limpia Concepción de María (como) ardiente devoto".

Manuel Belgrano, que había concurrido a Lujan en 1812 con su ejército a visitar a María y rezar el Rosario con los soldados, ofrece a la Virgen en 1813 dos banderas tomadas al enemigo en la batalla de Salta. El 27… (se lee) en la sesión del Cabildo de Lujan el siguiente oficio: "Remito a Usía dos banderas de división, que el … de febrero se arrancaron de las manos de los enemigos, a fin de que se sirva presentarlas a los Señora, a nombre del Ejército de mi mando, en el Templo de ésa, para que se haga notorio el reconocimiento que mis hermanos de armas y yo estamos a los beneficios que el Todopoderoso nos ha dispensado por ella y exciten con su vista la devoción de los fieles para que siga concediéndonos sus gracias. Dios guarde años. Jujuy, 3 de mayo de 1813. Manuel Belgrano. Al Sr. Presidente, Justicia y Regimiento del Muy … la Villa de Lujan". Cumplidos todos los trámites oficiales y notificaciones debidas, las banderas fueron colocadas ante la Santísima Virgen de Lujan el sábado 1 de julio de 1813.

Luego de conocer estos hechos históricos que nos revelan que la bandera Argentina procede del Manto de la Madre de Dios, debemos comprender que Dios no se aparta de la historia. Somos los hombres los que nos apartamos de Dios, pese a Su insistencia en ayudarnos. En la intercesión de Su amorosa Madre.

LA BATALLA DE PERDRIEL Y LOS COLORES DE NUESTRA BANDERA
(Catecismo Podestá-Rosón, tomo I. Edición de 2005)

El 24 de junio de 1806, en horas de la noche, liego a la tranquila ciudad de Santa María de los Buenos Aires la noticia del desembarco inglés en las inmediaciones de Quilmes. El ejército protestante, poco más de 1.500 hombres bien pertrechados y entrenados, avanzó sin hallar mayor resistencia y tomó Buenos Aires. El Virrey Sobre Monte se refugió en Córdoba y no había ejército ni hombres preparados para resistir a las tropas inglesas.

Unos días más tarde, por dos vías diferentes, comenzaría a gestarse la Reconquista. Por un lado, el capitán de navío Don Santiago de Liniers, futuro liberador de la ciudad y de su puerto, hizo voto a la Virgen del Rosario de recuperar para Ella la ciudad y la libertad para su culto. Por otro, Don Juan Martín de Pueyrredón, reunió unos trescientos criollos modestamente armados, todos voluntarios. Será ésta la primera tropa totalmente argentina.

A ellos se unió luego el regimiento de Blandengues, con su comandante de frontera, el Tte. Cnel. D. Antonio de Olavarría. Olavarría aportó algunos pertrechos para el novel ejército; pero no uniformes ni estandarte. Estacionados como estaban en la Villa de Lujan y confiados al amparo de la Inmaculada que allí se venera, recibieron como estandarte el de la Purísima Concepción, que les ofreció el Cabildo de la Villa, al que conducirían a la batalla como bandera.

Más difícil era conseguir uniforme para toda su tropa. Sin embargo, era piadosa costumbre que los peregrinos de Lujan se llevaran como recuerdo "las medidas de la Virgen", -en esa época no había ni medallitas ni estampas- un par de cintas -una celeste como el manto de la Señora; blanca como su vestido, la otra- del largo de la imagen. Estas cintas tomó Pueyrredón y, debidamente bendecidas por el párroco, P. Vicente M. Carballo, fueron solemnemente impuestas a sus hombres a modo de distintivo. Así se transformaron en e! primer uniforme patrio y fue el origen de las escarapelas que repartieron French y Berutti en Mayo de 1810 y, luego, de la bandera creada por Belgrano.

Animados de fervor patriótico y de amor a la Madre de Dios -de quien tenían por enemigos a los anglicanos protestantes-los hombres de Pueyrredón, después de escuchar la Santa Misa en Lujan y comulgar, cruzaron armas con las tropas de Beresford en la chacra de Perdriel, en la madrugada del 1° de agosto de 1806. Los primeros, mal armados y sin entrenamiento, marchaban, con su escarapela blanca y celeste, "las medidas de la Virgen", de a pie. Los ingleses, soldados profesionales que los triplicaban en número, con armamento suficiente, lo hacían de a caballo. El resultado era seguro: los criollos fueron derrotados y desbandados en poco tiempo. Pero la batalla no fue inútil, ya que fogueó el temple de los patriotas y encendió la chispa de la resistencia.

Once días más tarde, el 12 de agosto, Buenos Aires respiraría libremente otra vez, y el Santísimo Sacramento y la imagen de Nuestra Sra. de! Rosario y "las medidas de la Virgen" podían salir nuevamente a recorrer las calles de la ciudad. Había entrado en ella D. Santiago de Liniers y las armas anglicanas habían claudicado.


*Padre Jorge Salvaire: http://www.basilicadelujan.org.ar/pages/padresalvaire.htm


Catogélicos

"Cuando hayamos aniquilado la Misa, habremos aniquilado el Papado en su totalidad. Porque es sobre la Misa, como sobre una Roca que el Papado se apoya con sus monasterios, sus obispados, sus colegios, sus altares, sus ministros y sus doctrinas. Todos estos caerán cuando su sacrílega y abominable Misa haya sido reducida a polvo".

Martín Lutero

“Católico”

católico

Protestante

protestante

“Católico”

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Protestante

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“Católico”

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Protestante

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“Católico”

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Protestante

protestante

“Católico”

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Protestante

protestante

Nos dice un amigo que no se diga que los católicos aquí no eran bien católicos…

Fíjense que no les falta ni el sacerdote…

predicador

…ni las religiosas…

religiosas

Y ni el Señor... pero en vasos?!

eucaristía

Las fotografías “católicas” son del Congreso Nacional de la Renovación Carismática de Brasil (2.010).
Puede ver más imágenes
AQUÍ.
Gracias a Ana María Nunes del blog Sucessão.



Fuente del blog: Santa Iglesia Militante

Primera Misa en Argentina - Antonio Caponnetto

PRIMERA MISA EN LA ARGENTINA

Por Antonio Caponnetto

El 1º de abril de 1520, en el actual Puerto San Julián, provincia de Santa Cruz, se celebró por vez primera la Santa Misa en lo que es hoy nuestro territorio nacional. Era entonces ese día la festividad del Domingo de Ramos. La orden fue impartida por Hernando de Magallanes, y el celebrante fue el sacerdote español, nacido en Écija, Pedro de Valderrama.

Si creemos que la historia es Cristocéntrica, si afirmamos que Jesucristo es el eje de la Historia y que los siglos giran a su alrededor, éste es el día en que nació la patria argentina, sin mengua de recordar siempre el 12 de octubre de 1492, cuando se inauguró la gran nación hispanoamericana.

Al cumplirse los 450 años de este trascendental suceso, Paulo VI remitió una Carta, fechada el 19 de marzo de 1970, pidiendo que “la Eucaristía, perpetuación de la Ultima Cena y del Sacrificio del Gólgota, sea siempre y efectivamente, en la trayectoria de la comunidad católica nacional y en la vida de cada uno de sus miembros, un sacramento de piedad que los mantenga fuertes y fieles”.

En este año 2010 se cumplen 490 años de esta primera misa, y mucho nos tememos que la fecha pase casi inadvertida, en medio de un sinfín de festejos mendaces sobre el Bicentenario. Entre esas mendacidades, precisamente, es la mayor sostener que el 25 de Mayo de 1810 nació la patria, segregando esta fecha y su sentido de toda raíz hispánica y católica. Tal la postura oficial del ideologismo liberal y marxista.

La patria argentina, hablando con propiedad, tiene esta olvidada y traicionada fecha de origen: 1º de abril de 1520. El día en que por primera vez –en un sitio patagónico al que todavía rememora un austero monumento- Cristo Jesús se quedó con nosotros perpetuamente en el Sacramento Eucarístico.

A 490 años, la Divina Providencia ha querido que la efemérides coincida con el Jueves Santo, solemnidad en la que celebramos justamente la institución de la Eucaristía. Inmejorable ocasión para agregarle al festejo sacro el recuerdo de la carta fundacional de La Argentina.

Todo es sur en la tierra, en el mar o en el aire,

sureñas las jarillas recamadas de abril.

Meridional el molle, las retamas, los cactus,

inaugurando verdes, alineando un pretil.

Todo es sur sobre el agua, la garza fugitiva,

fundando con sus alas los senderos costeños,

mediodía el paisaje soleado de gramíneas,

son australes los talas, sufridos y abajeños.

Loberías insomnes ven llegar cinco naves,

las mira el horizonte de San Julián al este.

Las ven los cormoranes con milenios de asombros,

y el patagón bravío que impacienta su hueste.

La Nao Capitana lleva anclada en su casco,

Trinidad, la palabra que le marca un destino.

El mesana flamea la bandera de España,

pero el mástil de proa roza un cielo argentino.

Bajan aquellos hombres como bajan los héroes,

marcialmente callados, superando pesares,

la cicatriz por yelmo cuando hasta al alma hiere,

la dura peripecia clavada en los ijares.

Magallanes, quien sabe, si cayó de rodillas,

si añoró de Sanlúcar sus pueblerinos tramos,

junto a un mapa sin bordes, su antañón calendario

le marcaba la fiesta del Domingo de Ramos.

Como aquel que bendice los soplos de los vientos

su mano trazó el sitio del mayor abordaje:

el altar con la cruz, el sagrario, los cirios,

un retablo de océano hecho espuma y celaje.

Imagino los brazos que acarrearon las piedras,

mojados de salitre, heridos del casquijo,

para dar forma al ara de gólgota y de mesa

erigiendo en la cima, austero, el Crucifijo.

Pedro de Valderrama se reviste despacio,

se recuerda muy joven en su hogar ecijano,

el cíngulo lo aferra, la casulla lo inviste,

se inclina con un beso sobre el misal romano.

Contritos, genuflexos, marinos o soldados,

veteranos de hazañas contra el moro tenaz,

contemplan la hostia blanca, la contempla el nativo,

forman arcos de olivo sobre esa patria agraz.

Algo que ahora llamamos lágrimas de alegría

y que entonces fue estío mojando las acacias,

retumbó en el desierto ante el primer Pan Vivo,

al Ite missa est decían: Deo gratias.

viernes, 11 de septiembre de 2009

Fuerte exhortación del Papa a los teólogos

Fuerte exhortación del Papa a los teólogos

Fuente: La Buhardilla de Jeronimo

Benedicto XVI

*

En la Capilla Paulina del Palacio Apostólico, que fue nuevamente abierta al culto hace algunos meses como informábamos en la Buhardilla, el Papa Benedicto XVI presidió hoy la Santa Misa, en la que participaron los miembros de la Comisión Teológica Internacional, reunida en estos días en el Vaticano para su sesión plenaria anual. El Papa, dando una vez más el ejemplo, celebró la Santa Misa ad orientem y pronunció una fuerte homilía en la que hizo una severa crítica a la teología contemporánea.


El verdadero teólogo es aquel que no cede a la tentación de medir con la propia inteligencia el misterio de Dios, con frecuencia vaciando de sentido la figura de Cristo. Es aquel que tiene conciencia de la propia limitación, como lo fueron muchos grandes santos reconocidos también como grandes maestros.


En cambio, el prototipo del teólogo presuntuoso que estudia la Sagrada Escritura como ciertos científicos estudian la naturaleza – es decir, con una frialdad académica que pretende hacer una vivisección del misterio e ignora la chispa de lo trascendente – el Papa lo reconoce en los antiguos escribas que indican a los Magos el camino hacia Belén. Para ellos, se trata de un conocimiento académico que no afecta su vida. Ellos, observa, son “grandes especialistas que pueden decir dónde nace el Mesías” pero “no se sienten invitados a ir”. La noticia “no toca su vida, permanecen fuera. Pueden dar información pero la información no se convierte en formación para la propia vida”.


“Y así, también en nuestro tiempo, en los últimos doscientos años, observamos lo mismo. Hay grandes eruditos, grandes especialistas, grandes teólogos, maestros de la fe que nos han enseñado muchas cosas. Han penetrado en los detalles de la Sagrada Escritura, de la historia de la salvación. Pero no han podido ver el misterio mismo, el verdadero núcleo: que éste Jesús era realmente el Hijo de Dios, que el Dios trinitario entra en nuestra historia, en un determinado momento histórico, siendo un hombre como nosotros”. “Se podrían enumerar con facilidad los grandes nombres de la historia de la teología de estos doscientos años, de los cuales hemos aprendido mucho pero que no han abierto los ojos de su corazón al misterio”.


El Papa se refirió a “un modo de usar la razón que es autónomo, que se pone por encima de Dios, en toda la gama de las ciencias, comenzando por las ciencias naturales donde un método que se adopta para la investigación de la materia debe ser universalizado: en este método, Dios no entra, por lo tanto, Dios no existe”. Y fue aún más severo con cierta teología que mortifica lo divino y de la cual explica sus defectos con una eficaz imagen:


“Se pesca en las aguas de la Sagrada Escritura con una red que permite sólo una cierta medida para los peces, y todo aquello que está más allá de esta medida no entra en la red y, por lo tanto, no puede existir. Y así, el gran misterio de Jesús, del Hijo hecho hombre, se reduce a un Jesús histórico, realmente una figura trágica, un fantasma sin carne y hueso, uno que ha quedado en el sepulcro, está corrompido, es realmente un muerto”. Se trata de un método que “sabe pescar ciertos peces pero excluye el gran misterio porque el hombre se hace él mismo la medida y tiene esta soberbia que, al mismo tiempo, es una gran necedad, que absolutiza ciertos métodos que no son aptos para las grandes realidades (…) Es la especialización que ve todo los detalles pero ya no ve la totalidad”.


La historia de la Iglesia, sin embargo, está repleta de hombres y mujeres capaces de reconocer su pequeñez frente a la grandeza de Dios, capaces de humildad y de llegar a la verdad. Y de esta larga lista, Benedicto XVI cita algunos nombres:


“Desde Bernadette Soubirous a Santa Teresa de Lisieux, con una nueva lectura de la Sagrada Escritura, no científica, sino entrando en el corazón de la Sagrada Escritura, hasta los santos y beatos de nuestro tiempo: sor Bakhita, madre Teresa, Damián de Veuster. Podríamos nombrar muchos”. “A los pies de la cruz está la Virgen, la humilde esclava de Dios y la gran mujer iluminada por Dios. Y está también Juan, pescador del lago de Galilea, aquel Juan que la Iglesia llamará justamente ‘el teólogo’. Porque realmente ha sabido ver el misterio de Dios y anunciarlo. Con ojos de águila entró en la luz inaccesible del misterio divino. Así también, después de su resurrección, el Señor, en el camino hacia Damasco, toca el corazón de Saulo, que es uno de los sabios que no ven. Él mismo, en la primera carta a Timoteo, se llama ignorante en aquel tiempo a pesar de su ciencia. Pero el Resucitado lo toca. Se queda ciego y se convierte realmente en alguien que ve. Comienza a ver. El gran sabio se hace pequeño y precisamente así ve la necedad de Dios que es sabiduría, sabiduría más grande que todas las sabidurías humanas”.


“En este momento – afirmó el Papa - queremos rezar para que el Señor nos dé esta humildad verdadera. Que nos conceda la gracia de ser pequeños para poder ser realmente sabios. Que nos ilumine y nos haga ver su misterio del gozo del Espíritu Santo, que nos ayude a ser verdaderos teólogos que pueden anunciar su misterio porque hemos sido tocados en la profundidad de nuestro corazón y de nuestra existencia”.

***

jueves, 10 de septiembre de 2009

El Motu Proprio "Summorum Pontifricum" y la pacificación de la Iglesia

El Motu Proprio
"Summorum Pontifricum"
y la pacificación de la Iglesia.
Por Gabriel Díaz Patri, Pbro.

Fuente: http://www.ecclesiadei-commissio.org/menu.php?m=3


El Motu Proprio “Summorum Pontificum”
y la pacificación de la Iglesia
P. Gabriel Díaz Patri

Cuando, habiendo cumplido ya 70 años, Joseph Ratzinger decidió publicar sus memorias, pensaba probablemente que la parte más interesante de su vida había ya pasado. No imaginaba el entonces cardenal que -por el contrario- ésta estaba aún por comenzar.

En el capítulo XII de estas memorias tituladas "Mi vida"… confiesa, hablando de la época de la reforma litúrgica: "yo estaba perplejo ante la prohibición del Misal antiguo porque jamás había ocurrido una cosa semejante en la historia de la liturgia … La imposición de la prohibición de este Misal que se había desarrollado a lo largo de los siglos desde el tiempo de los sacramentarios de la Iglesia antigua comportó una ruptura en la historia de la liturgia cuyas consecuencias sólo podían ser trágicas".

Ya en 1976, siendo aún simple sacerdote, había escrito respondiendo a un ilustre colega -importante catedrático de Derecho Romano que le había pedido su parecer- : "según mi opinión, se debería obtener la autorización, para todos los sacerdotes, de poder utilizar también en el futuro, el antiguo Misal; para cuyo uso debería permitirse "la más vasta libertad". En este mismo sentido se pronunció otras veces en los años subsiguientes.

La idea que lo ha conducido a sostener esta posición es que un Rito que fue camino seguro de santidad durante siglos no puede convertirse repentinamente en una amenaza, si la fe que en él se expresa sigue siendo considerada válida.

Y esto es así porque la legitimidad de la liturgia de la Iglesia reside en la continuidad de su tradición. No se trata aquí de una cuestión de mero apego afectivo o de "sensibilidad"; es así en razón de la unidad, identidad y comunión de la Iglesia… más allá del tiempo. Podríamos aplicar aquí la bella expresión de Martin Mosebach, el escritor alemán del momento: "La tradición es la inclusión de los muertos en la vida presente" o, en palabras de Chesterton: "la tradición es la democracia de los muertos” es decir, una forma de “democracia” en la cual también los muertos pueden participar.

Es en esta misma perspectiva que el Motu Proprio Summorum Pontificum nos muestra que la liturgia de la Iglesia debe tener una continuidad intrínseca, pues lo que antes Ella creía que era la Misa no puede no creerlo ahora. Por eso, para ser legítimos ambos Misales, deben ser ambos "expresiones validas de la misma fe católica" y de ningún modo podrían presentarse como reflejo de visiones opuestas -y menos aún inconciliables- acerca de la acción litúrgica. Quien confíe en la rectitud doctrinal y el valor litúrgico del Misal utilizado ordinariamente, no debería temer su coexistencia con el uso recibido a través de los siglos, al contrario, debería confiar en que esta coexistencia pondrá de relieve una identidad doctrinal. Es precisamente esta defensa de la continuidad la que nos permite comprender que el Papa insista en que la duplicidad de Misales se debe explicar como “dos expresiones de la Lex orandi” que no pueden sino corresponder a una única “Lex Credendi”, dentro del marco disciplinar del rito romano ; procurando así evitar que se produzca el fenómeno inaudito de la existencia de dos “ritos” de la Misa fundados en principios distintos.

Pero la legitimidad de un rito litúrgico no sólo está dada por su identificación con los principios que rigieron la liturgia en el pasado sino también con los que rigen los demás ritos que existen actualmente (de los cuales algunos son, por otra parte, utilizados también por otras denominaciones cristianas de larga tradición). Es necesario, por lo tanto, que en la liturgia de la Iglesia haya además de una unidad "diacrónica", una unidad "sincrónica". De ahí un nuevo argumento para afirmar la permanente validez del Rito Romano tradicional y la necesidad de que la forma celebrada ordinariamente no difiera esencialmente de él: si la actual liturgia no pudiera identificarse substancialmente con las otras formas litúrgicas de la Iglesia tal como son celebradas en las demás tradiciones legítimas -pasadas o contemporáneas- perdería asimismo la legitimidad de su fundamento. Visto desde esta perspectiva y haciendo un análisis mas fino podríamos decir que el Motu Proprio es paradójicamente más una defensa del nuevo rito que del antiguo.

Una tercera dinmensión, el futuro, entra también en juego. Para ser breves me limito a recordar el dicho de la tribu Massai: “Nosotros no heredamos la Tierra de nuestros padres, sino que la pedimos prestada a nuestros hijos”.

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Se insiste en que el motivo que llevó al Papa a publicar este Motu Proprio fue la existencia del conflicto -que lleva ya décadas- con los grupos llamados "tradicionalistas". Éste es sin duda un elemento que tiene gran importancia y que fue ocasión de la publicación del documento; pero si analizamos detenidamente el pensamiento de Joseph Ratzinger la justificación más profunda del Motu Proprio no se halla en el factor "político" sino en el teológico: aunque no existiera ningún "tradicionalista" habría, con todo, una situación anómala que requeriría un restablecimiento del orden.

Siempre ha habido y siempre habrá personas que se adaptan difícilmente a los cambios, sobre todo en estos tiempos de mutaciones aceleradas. Lo paradójico de la situación actual es que muchas veces quienes muestran inquietud ante lo que consideran una amenaza para la "reforma litúrgica" hacen ahora de "conservadores": aferrándose estrechamente al "statu quo" y manifestando su dificultad de adaptarse a la novedad de este redescubrimiento propuesto por el Papa reproducen las actitudes que se solían asociar habitualmente a los "tradicionalistas". Por otra parte, hasta ahora las personas que adherían a la llamada "Misa en latín" eran identificadas como la gente del "contra", pero está ocurriendo que los que -siguiendo el llamado de Benedicto XVI- se acercan a la liturgia heredada de nuestros mayores, son, cada vez con mayor frecuencia, gentes del "por" y los del "contra" son los que no quieren ni oír hablar de todo esto aferrándose a su "tradición" de cuarenta años.

Mas aún, con creciente frecuencia, quienes actualmente acogen con entusiasmo las "innovadoras" enseñanzas y disposiciones del Papa -disposiciones que expresan una renovada valoración de la tradición litúrgica- no sólo no obedecen a aquella mentalidad negativa, sino que, por el contrario, manifiestan la alegría del descubrimiento de algo nuevo: el redescubrimiento de la herencia, el reencontrase con sus raíces, en resumen: el tomar conciencia de pertenecer a una familia. Obviamente no a lo que se entiende en nuestra sociedad actual por "familia": mera asociación de individuos que comparten un período determinado de sus vidas con sólo el débil vínculo de un pacto fácilmente revocable, sin un pasado que los una y con un futuro impredecible; sino a una verdadera y profunda comunión de vida, con antepasados comunes, con una memoria común que los enorgullece: una familia que está formada no sólo por hermanos sino que tiene también padres y ancestros.

En resumen: El Papa Benedicto XVI con la promulgación del Motu Proprio Summorum Pontificum ha buscado, esto es claro, la pacificación de la Iglesia. Pero no se trata en el fondo únicamente de la paz con grupos más o menos rebeldes, ni la pacificación entre corrientes opuestas que crean tensión en el seno de la institución, sino la pacificación de la Iglesia consigo misma, con su memoria común, para que redescubra su identidad litúrgica en la riqueza de la continuidad.

miércoles, 9 de septiembre de 2009

EL PAPA BENEDICTO XVI RETORNA MEDIO MILLON DE ANGLICANOS A LA SANTA IGLESIA CATOLICA


Gracias PAPA!


EL PAPA BENEDICTO XVI RETORNA MEDIO MILLON DE ANGLICANOS A LA SANTA IGLESIA CATOLICA


BENEDICTO XVI: EL PAPA NECESARIO PARA RESTAURAR LA UNIDAD DE LA FE.
20/10/09. Un nuevo éxito para el pontificado del Papa Benedicto XVI, va a ser el acuerdo con la Comunión Tradicional Anglicana, cuyo antecedente es la aprobación por parte de la Santa Sede de una prelatura personal para el Uso Anglicano de la Liturgia, que ha sido anunciada hoy, 20 de octubre.







MEDIO MILLÓN DE ANGLICANOS RETORNA A LA IGLESIA CATÓLICA.
20/10/09. La Santa sede ha acogido favorablemente la petición de numerosos anglicanos de regresar a la Iglesia Católica. Roma publicará en breve una constitución apostólica, que dará a los fieles provinientes del anglicanismo, una estructura canónica en forma de prelatura personal. Según ha anuciado hoy, 20 de octubre, el Cardenal Levada, Prefecto para la Doctrina de la Fe.



CURSO “LEER A CASTELLANI”

CURSO
“LEER A CASTELLANI”

Organizado por el CIDEPROF BUENOS AIRES

Disertante: Dr. Hugo Alberto Verdera

FECHAS DE REALIZACIÓN. Sábados 24 y 31 de octubre

LUGAR DE REALIZACIÓN: PICHINCHA 1088, ALTURA AVENIDA MITRE (RUTA 23) AL 3.700.

CONSULTAS A:

  • Carlos José Díaz: 15-6133-4150. Zona Oeste.
  • Martín Gómez: 15-3607-9991 Zona Norte.
  • Carlos o Santiago: 4455-1919.

Por mail a : metjosar@yahoo.com.ar

POR FAVOR CONFIRMAR
PARTICIPACION EN EL CURSO.
Actividad al aire libre.
Inscripción Gratuita.
Se pedirá colaboración.

PROGRAMA DEL CURSO

PRIMERA JORNADA: SÁBADO 24:

10.00 hs: 1ª Conferencia: "¿Por qué LEER A CASTELLANI hoy?".

Incluye:

  • Semblanza biográfica del Padre Castellani.
  • Mi relación personal con el Padre Leonardo Castellani.
  • Razones que hacen indispensable para el católico conocer su pensamiento.

Almuerzo y camaradería.

14.30 hs.: "Actualidad del Apocalipsis en el pensamiento del Padre Caslellani"

Incluye cómo el Padre Castellani ubica la Segunda Venida de Nuestro Señor Jesucristo, dogma de fe que proclamamos cuando rezamos el Credo, y cómo el Padre "vislumbró", hace más de sesenta años la conformación del autodenominado "Nuevo Orden Mundial", con sus raíces "cristofóbicas" . Y cómo el proyecto se está llevando a cabo en el mundo y en nuestro país.

SEGUNDA JORNADA: SÁBADO 31:

10.00 hs: 1ª Conferencia: "Castellani y el nacionalismo" .

Incluye el pensamiento del Padre respecto al nacionalismo, señalando sus virtudes y sus defectos en la acción concreta en la Argentina.

Almuerzo y camaradería.

14.30 hs.: "El Padre Caslellani y la Iglesia "-

Incluye la relación del Padre con la Compañía de Jesús, con la Jerarquía , y su entrañable amor a la Iglesia , del que nunca claudicó, pese a las circunstancias vivenciales que tuvo que soportar. Igualmente, trataremos también el tema de "Castellani y el fariseísmo", que es clave para la comprensión del tema analizado.

Después de cada disertación, se realizarán preguntas y cambios de opinión, entre el disertante y los concurrentes, en diálogo abierto y con caridad fraterna, sin falsas modestias y con plena libertad y respeto de las diversas opiniones.

¡¡¡Cuando se piensa en un Sacerdote…!!!

Este artículo me llegó por mail y me pareció bueno subirlo ya que dice algunas cosas lindas sobre la existencia del sacerdote en la tierra y lo necesario que son.
Recemos para que la semilla del sacerdocio renazca en los jóvenes y suscite nuevas vocaciones que puedan acercarnos los sacramentos del Señor.

¡¡¡ Cuando se piensa en un Sacerdote...!!!

"REZA Y PIDE POR LOS SACERDOTES"

CUANDO SE PIENSA... que ni la Santísima Virgen puede hacer lo que un sacerdote...

CUANDO SE PIENSA... que ni los ángeles ni los arcángeles, ni Miguel ni Gabriel ni Rafael, ni príncipe alguno de aquellos que vencieron a Lucifer pueden hacer lo que un sacerdote...
CUANDO SE PIENSA... que Nuestro Señor Jesucristo en la última Cena realizó un milagro más grande que la creación del Universo con todos sus esplendores y fue el convertir el pan y el vino en su Cuerpo y su Sangre para alimentar al mundo, y que este portento, ante el cual se arrodillan los ángeles y los hombres, puede repetirlo cada día un sacerdote...

CUANDO SE PIENSA... en el otro milagro que solamente un sacerdote puede realizar: perdonar los pecados y que lo que él ata en el fondo de su humilde confesionario... Dios obligado por su propia palabra, lo ata en el cielo, y lo que él desata, en el mismo instante lo desata Dios.

CUANDO SE PIENSA... que la humanidad se ha redimido y que el mundo subsiste porque hay hombres y mujeres que se alimentan cada día de ese Cuerpo y de esa Sangre redentora que sólo un sacerdote puede realizar... Cuando se piensa que el mundo moriría de la peor hambre si llegara a faltarle ese poquito de pan y ese poquito de vino…
CUANDO SE PIENSA
... que eso puede ocurrir, porque están faltando las vocaciones sacerdotales; y que cuando eso ocurra se conmoverán los cielos y estallará la tierra, como si la mano de Dios hubiera dejado de sostenerla; y las gentes gritarán de hambre y de angustia, y pedirán ese pan, y no habrá quien se los dé; y pedirán la absolución de sus culpas, y no habrá quien las absuelva, y morirán con los ojos abiertos por el mayor de los espantos...

CUANDO SE PIENSA... que un sacerdote hace más falta que un rey, más que un militar, más que un banquero, más que un médico, más que un maestro, porque él puede reemplazar a todos y ninguno puede reemplazarlo a él.

CUANDO SE PIENSA... que un sacerdote cuando celebra en el altar tiene una dignidad infinitamente mayor que un rey; y que no es ni un símbolo, ni siquiera un embajador de Cristo, sino que es Cristo mismo que está allí actuando el mayor milagro de Dios...

CUANDO SE PIENSA TODO ESTO, uno comprende... Uno comprende la inmensa necesidad de fomentar las vocaciones sacerdotales... Uno comprende el afán con que en tiempos antiguos, cada familia ansiaba que de su seno brotase, como una vara de nardo, una vocación sacerdotal. Uno comprende el inmenso respeto que los pueblos tenían por los sacerdotes, lo que se refleja en las leyes. Uno comprende que el peor crimen que puede cometer alguien es impedir o desalentar una vocación. Uno comprende que provocar una apostasía es ser como Judas y vender a Cristo de nuevo. Uno comprende que si un padre o una madre obstruyen la vocación sacerdotal de un hijo, es como si renunciaran a un título de nobleza incomparable. Uno comprende que dar para construir o mantener un seminario o un noviciado es multiplicar los nacimientos del Redentor. Uno comprende que dar para costear los estudios de un joven seminarista o de un novicio, es allanar el camino por donde ha de llegar al altar un hombre que durante media hora, cada día, será mucho más que todas las dignidades de la tierra y que todos los santos del cielo. Pues será Cristo mismo, sacrificando su Cuerpo y su Sangre, para alimentar al mundo.

AÑO SACERDOTAL JUNIO DE 1009 A JUNIO DE 2010.
"REZA POR LOS SACERDOTES"

martes, 1 de septiembre de 2009

Anselm Grün-Hagamos a Dios a nuestra imagen y semejanza por el padre Gabino Tabossi

anselm grum“Y dijo el Hombre:
«Hagamos a Dios a nuestra imagen
y semejanza
»”
Una aproximación a la teología de Anselm Grün

Padre Gabino Tabossi

Entre los libros católicos de mayor tiraje y venta actualmente en Argentina aparecen, sin dudarlo, aquellos que llevan la firma del monje benedictino Anselm Grün.

Al mismo tiempo un reconocido psicoanalista discípulo de Freud llamado C.G.Jung ha sido quien, al decir del mismo Grün, le “brindó confianza” en su camino espiritual e influyó notablemente en la elaboración de su teología. Por eso para conocer a fondo –tal como pretendemos en estas pocas páginas- el pensamiento del monje alemán será necesario urgar primero en las ideas fundantes de Jung en lo que atañe a la teología. Sólo así se nos hará posible entender más claramente las afirmaciones y conclusiones de Grün, que, como veremos, no son más que proyecciones en el campo de la teología católica de las tesis del psicoanalista gnóstico.

I. CARL GUSTAV JUNG [1]

1. Relativismo religioso

Veamos algunas frases disparadas por Jung[2]:

“Si yo dijera «creo en tal o cual Dios» esto sería insignificante; (...) mis modelos psicológicos de comprensión están fuertemente apoyados por las representaciones colectivas de todas las religiones y no veo porqué una confesión debería poseer la verdad, única y perfecta”.

Indicar las Tres personas de la Trinidad no hacen

“más que indicar la existencia de un arquetipo activo que no opera en la superficie [sino en el inconsciente] y permite de esta forma a las Tríadas constituírse”.

Para Jung la Trinidad cristiana es el símbolo arquetípico que encuentra representaciones análogas en otras civilizaciones, tales como la babilónica, la egipcia y la platónica. Según él la revelación consiste en

“una disposición que entra en acción en un momento determinado de la evolución del espíritu humano disponiendo los datos de la conciencia en figuras particulares; dicho de otro modo, ordenando las representaciones divinas en tríadas y trinidades”.

Los Padres [de la Iglesia] que han elaborado el dogma de la Trinidad no lo han hecho consciente y voluntariamente, sino bajo la influencia inconsciente del arquetipo que, en otras épocas y en otras civilizaciones, ha dado lugar a otras expresiones simbólicas de forma triádica”.

Vale decir: como la Trinidad no es real sino que “representa” una concepción divina particular formada en un determinado momento histórico-cultural y no por eso más importante que otras concepciones religiosas -concebidas en otras circunstancias-, su auténtica consistencia onto-psicológica universal sería, para Jung, el hecho de que el Dios cristiano muestra de un modo nuevo –aunque no superior- la misma realidad que de otro modo se revela en otras religiones. He aquí su definición de Dios:

“Para mí es la energía psíquica en general, la líbido quien crea la imagen de la divinidad utilizando los modelos arquetípicos, y el hombre en consecuencia rinde honor a la fuerza activa en él. Llegamos así a la conclusión de que la imagen de Dios sería ciertamente un fenómeno real, pero en primer lugar subjetivo”.

La figura de Dios es en primer lugar una imagen psíquica, un complejo representativo de naturaleza arquetípica que la fe identifica con un ‘ens’ metafísico”.

Lo que ha hecho el cristianismo, argumenta, fue ordenar en la conciencia en forma de tríada (P-H-E.S) el material inconsciente, y tal proyección a la esfera de la conciencia puede representar, dice Jung, las distintas etapas del desarrollo de un individuo: así el Padre representa el estado de conciencia en el cual todavía se es un niño y no se percibe la autonomía; el Hijo es el estado en donde hay diferenciación respecto del Padre y mayor independencia, es el Sí-Mismo que incluye en sí tanto lo conciente como lo inconsciente, la infancia y la madurez; y el Espiritu Santo es, dice, el estado en el que la conciencia, alcanzando un nivel de máxima autonomía, se siente apta para alcanzar la paternidad junto con la filiación; donde la persona ya se siente capaz de llegar a ser, además de hija, padre o madre. El Dios cristiano es para Jung una proyección de la psique evolutiva; y por lo tanto un invento humano.

“Toda imagen de Dios es más o menos antropomórfica”;

escribe Jung, tal como lo dijeran Feuerbach, Marx y su maestro Freud.

Adviértase que en tal planteo la trascendencia se hace inmanencia desde el momento en que Dios deviene una proyección psíquica y la gracia energía sublimada del material libidinoso.

2. Cuaternidad divina

Jung rechaza la definición patrística del mal como privatio boni, privación de bien. El mal puro, decimos los cristianos, no existe, así como tampoco existe la nada: “la nada nada es”. Sin embargo constatamos a diario el mal del mundo por lo que nos vemos obligados a decir que todo mal posse algo de bien en cuanto que es ser, en cuanto que es un cierto acto. La falta de actualidad o perfección ontológica (en todos los seres) y moral (en los seres libres) hace que ese ser particular adquiera características negativas, se haga imperefcto, malo, aunque no absolutamente. Pues bien, Jung rechaza esta noción de mal porque dice que si hablamos judicialmente de algo como “bueno” significa que también deberíamos hacerlo, en un mismo plano óntico, al referirnos a lo “malo” como tal. Si el bien es acto el mal también lo es. De lo contrario la oposición mal-bien es una concesión lingüística abusiva al colocar los términos del binomio en un un mismo nivel ontológico, siendo que, según tradicionalmente se ha enseñado –dice críticamente Jung- el bien posee mucha más realidad óntica. Para hacer justicia al uso de las palabras y a la certeza de los juicios al hablar de cosas “malas” lo mismo que de las “buenas”, el psicoanalista propone conferir sustancialidad metafísica al mal, lo mismo que hacemos respecto del bien. Es decir, que si el bien es sustancial también lo debe ser el mal. De lo contrario

“el bien se tornaría fantástico puesto que no se defendería contra un adversario real, sino solamente contra una sombra, contra una ‘privatio boni’ ”.

Jung cree que la figura cristiana del Diablo (de bondad ontológica, por ser criatura, pero sin bondad moral) es esta figura de la cual él habla. Sin embargo a esta cualidad positiva que el Diablo tiene por ser criatura de Dios, y por tanto metafísicamente buena, el psicoanalista le confiere bondad moral, confundiendo así el plano del ser con el del hacer, o el del acto primero con el del acto segundo. El Diablo es bueno, porque el Diablo en definitiva no es otro que una imagen o rostro de Dios, de su misma categoría.

“Esto conducirá directamente a ciertas concepciones gnósticas según las cuales el Diablo o Satanás sería el primer hijo de Dios, mientras que Cristo sería el segundo. Como otra consecuencia lógica, tendríamos la supresión de la fórmula trinitaria que sería reemplazada por una cuaternidad”.

Jung resucita “ciertas concepciones gnósticas”. Recordemos que la herejía gnóstica, muy fuerte en los primeros siglos del cristianismo, defendía entre otras cosas la idea de un doble principio de igual entidad y poder, el dios del bien por un lado y el dios del mal por otro. Incluso llegaban a identificar al primero con la idea de dios del Nuevo Testamento y al malo con la imagen que de él nos ofrece el Antiguo.

Este dualismo gnóstico y luego maniqueo hará creer que el mal está en el bien, y que Dios –que ahora comparte su poder con una fuerza negativa- es al mismo tiempo su propio adversario.

“La especulación religiosa no ignora en modo alguno el doble aspecto del Padre. (...) La unidad primera de los contrarios se reconoce en la unidad primera de Satán con Yahvé”.

Dios es por tanto una realidad dialéctica, una complexio opossitorum, una unión de los contrarios. Se ve aquí el influjo del idealismo hegeliano en Jung. Para Hegel como para nuestro psicoanalista el alma del mundo y el motor de toda la realidad –Dios inclusive- es la necesidad de la contradicción, y por tanto de la negación y de la muerte. El mal moral (pecado) ya no es un obstáculo para la comunión con Dios, porque en la misma unidad “Satán es lo mismo que Yahvé”.

3. Cristo

Teniendo Satán su lugar propio en el seno del Padre comparte la filiación con Cristo, “hijo segundo de Dios”. La separación entre Cristo y Satán ocurre, dice Jung, en la Encarnación. Separación que no suprime la equivalencia, porque mientras que Cristo encarna lo Luminoso de Dios el Diablo asume su parte oscura. Cristo es una proyección psicológica del Sí-Mismo del ser humano, es decir, de la totalidad de la persona: conciencia e inconsciencia, bondad y maldad, luz y oscuridad, gracia y pecado. Para conocer a Cristo

“es necesario entonces que nazca del otro lado [de Cristo] un elemento malo, ‘chtoniano’, a saber, el anticristo”,

que es la parte indisociable de Jesús, su otra mitad, su sombra necesaria.

Respecto de la historicidad de Cristo Jung se muestra muy poco preocupado:

“No sabemos hasta qué punto esta imagen corresponde a la realidad histórica. Si era el Logos y el Cristo eternamente viviente, nosotros no lo sabemos. De todas formas no tiene importancia, ya que la imagen del hombre-Dios está viva en cada uno de nosotros y encarnada (esto es, proyectada), en el hombre de Jesús, a fin de manifestar su forma visible para que los hombres puedan reconocer en él su propio ‘homo’ interior, su propio Sí-Mismo”.

Cristo es, lo vemos, la encarnación de la proyección del Sí-Mismo, un evento no histórico sino psíquico; de allí que los sucesos narrados sobre su vida son, por la misma razón, de carácter no-histórico. La resurrección, por ej., es un “acontecimiento psicológico”, en cuanto que

“expresa el hecho de que nuestra totalidad psíquica [el Sí-Mismo] se extiende más allá de los límites del espacio y del tiempo”.

Porque nada sabemos de la historicidad de Jesucristo a causa de su causa no histórica sino psicológica en cuanto encarnación de aquello de una parte (la parte luminosa) que abarca la totalidad psíquica de la persona, y porque además Jesús es para los cristianos la representación heroica tal como en otras culturas se concibió de manera mitológica la imagen arquetípica del héroe, Cristo terminará siendo alguien no muy distinto de Mitra, Phenix, Mana o Mercurio, distintas expresiones particulares concientes de una misma actividad arquetípica inconsciente subyacente en el sustrato psicológico de toda la humanidad, llamado “inconsciente colectivo”.

“Jesucristo se ha convertido en esta figura colectiva que aguarda el inconsciente contemporáneo, y he aquí porqué es vano [saber] quién es él y cómo es en realidad”.

Cristo no es, sino que simboliza o representa. Representa una realidad antropológica que en otras culturas y civilizaciones ha adoptado otra denominación, llámese Osiris, Fénix, Mitra, Adonis o Mana, por ej.. La imagen arquetípica del “héroe”, presente en todas las religiones en cuanto proyección del inconsciente de la humanidad, tiene su paralelo no menos subjetivo en la persona de Jesús.

Ahora bien: Cristo, sin embargo, no es para Jung un arquetipo más de los tantos que ofrece el inconsciente colectivo. Él es la encarnación de una parte del Sí-Mismo. ¿En qué consiste este Sí-Mismo? Según Jung, esta realidad representa la totalidad del hombre, que incluye tres partes: el yo conciente, el inconsciente individual y el inconsciente colectivo (dentro del cual se hallarían los distintos arquetipos y que manifiesta lo más trascendente y perfecto del hombre). Siendo totalidad absoluta, el Sí-Mismo comprehende tanto lo luminoso como lo tenebroso. Lo primero tiene su representación visible en Cristo mientras que lo oscruro, no del todo distinto de la luz, pertenece al Anticristo.

Dado que Cristo sólo asume una parte del Sí-Mismo (lo positivo) Él, dice Jung, no es total, no es perfecto sino que más bien es una proyección o imagen menos acabada de una realidad total o divina, el Sí-Mismo. El hombre ya no es imagen de Dios, sino que, al contrario, Dios en cuanto Hijo encarnado es una imagen del hombre, una manifestación no plena (por carecer de lo negativo) de un sustrato psíquico humano. Cristo es una proyección o “participación” imperfecta de un modelo más perfecto, el hombre. Y es imagen imperfecta ya que

“el símbolo de Cristo está privado de totalidad en tanto que no incluye el aspecto oscuro de las cosas, sino que lo rechaza expresamente como adversario luciferino”.

La imperfección de Cristo, aduce el autor, se ve en su Encarnación, al nacer de una Virgen (es decir, de alguien no manchada) y al ser concebido sin pecado original. Nótese aquí que la santidad es sinónimo de imperfección y la dialéctica (bien-mal, luz-tinieblas), en cambio, lo es de acabamiento y completud. El Sí-Mismo es unión de los contrarios y puesto que Jesús es tan sólo presencia de lo luminoso de Dios su plenitud se dará recién cuando a Él se una a su contrario el Anticristo. En ese momento tendremos la perfección y la proyección plena de la totalidad humana psíquica expresada en el Sí-Mismo.

4. La “teología negativa” tradicional y la teología negativa hegeliana y jungiana

Decíamos supra que Jung se resiste a absolutizar el cristianismo por cuanto no ve en él más que una forma de manifestación del inconsciente colectivo y sus arquetipos en un determinado momento histórico. Podríamos preguntarnos, buscando benévolamente conciliar su teología con la teología tradicional, si en tal negación de la materialidad histórica de Cristo y la revelación en cuanto realidad sensible no podríamos ver un paralelo con la teología negativa –llamada “apofática”- elaborada por los Padres de la Iglesia, sobre todo a partir de Dionisio Areopagita; ¿es lícita el paralelismo?

Explicamos brevemente la teología negativa tradicional. Los Padres de la Iglesia al hablar de la vida mística o del itinerario espiritual del alma a Dios han insistido en la necesidad de remover toda representación sensible o imaginaria que podamos tener de Dios para llegar a lo que ellos llaman la “vía negativa”, la “nada apofática”, que consiste en la cancelación de todo lo creado (imágenes, ideas, sentimientos) cuando nos referimos a Dios para evitar caer así en una reducción de Dios a categorías humanas. Dios no es el ser, tal como conocemos sensiblemente el ser; Dios no es amor, según nuestro modo humano de experimentarlo; Dios no es la verdad, de acuerdo al modo humano de aprehenderla. Dios no es nada de esto porque todo lo que nosotros conocemos, por espiritual o elevado que sea, es limitado y finito, propio de nuestro entendimiento no divino y acotado, por los demás, a categorías histórico- sensoriales. Dios absolutamente trascedente y omnipresente está, por lo tanto, más allá de todo lo creado, más allá de toda idea, infinitamente más allá de toda humana representación. “Remover” negativamente significa, pues, negar lo finito para llegar, por via de eminencia o de afirmación, a Dios en cuanto realidad que positivamente abarca y trasciende todas las cosas. Dios no es este ser, sino el Ser en su absoluta completud. La negación (“no es eso”) se hace finalmente suma afirmación (“es infinitamente más que eso”). Hasta aquí la teología negativa.

Pero nótese que no es esta negatividad de la “remoción” la que pretende transmitir el discípulo de Freud. Habida cuenta de la falta de fe cristiana en el autor, aquella misma fe que, al llevarnos a aceptar la historicidad de Cristo en razón de la autoridad de quien revela y en virtud de cuya aceptación no nos es lícito despojarnos del todo de tales manifestaciones históricas, so pena de perder la fe (que además de espiritual posee un contenido histórico-terrenal); habida cuenta -digo- de esta falta de fe en Jung, advierta el lector que lo que él propone es justamente todo lo contrario de la teología apofática o negativa de los santos Padres. Porque mientras que en esta lo que se busca es evitar la tentación siempre latente de reducir la trascendecia a la inmanencia, negando en Dios caracetrísticas sensibles para concluír en una afirmación trascendente y absoluta de la divinidad, Jung en cambio, allende a reducir lo divino a lo humano o la teología a la psicología (Cristo definido según una categoría psicológica, la del Sí-Mismo), además, y esto es lo peor, propone como camino espiritual la inclusión del elemento negativo (el no-ser o la nada) para llegar a una total identificación con la Cuaternidad (Padre, Hijo, Espíritu Santo y Satán), introduciendo la misma maldad en la divinidad. Algo del todo impensable en la teología tradicional. Porque decir, con la tradición, que “Dios no es este ser” no significa en absoluto decir que Dios o el Ser sea su contrario o su contradictorio.

5. La ética jungiana

Jung relativiza todo. Lo hace cuando habla del

valor relativo del bien y del no valor relativo del mal”;

y cuando enseña que

“lo que es virtud para uno puede ser considerado vicio para otro, lo que es bueno para uno para otro puede ser veneno”.

Puesto que el bien es relativo no debe ser buscado con carácter de exclusividad, como tampoco el mal engloba en sí la integridad de lo absoluto. Bien y mal, santidad y pecado, Iglesia y mundo deben coexistir en el individuo y en la sociedad para lograr de esta manera la ansiada superación de los contrarios.

Este principio ético-sociológico, recordemos, es un derivado moral de su psicologismo. En efecto, como lo más absoluto y divino en el hombre es el Sí-Mismo, en el que se integra la totalidad de la persona (conciencia, inconsciencia individual y colectiva), todo proceso ético debe buscar la mayor configuración y radicalización del Sí-Mismo, para lo cual es absolutamente necesario lograr la inclusión del pecado como instancia superativa, como camino de perfección.

“La individuación comienza con la toma de conciencia de la sombra”,

y continúa con la integración del mal como parte del Sí-Mismo. Esta inclusión como fin de la individuación es algo bueno, dice Jung,

“porque nos libera del conflicto de los opuestos que sería de otro modo insoluble”.

Para liberarse del conflicto se requiere de la aceptación, la resignación y necesidad del pecado. No muy distinto a la enseñanza luterana: como la naturaleza está corrompida, sólo la redime (salvándose) aquél que la vivencia. Se trata, en síntesis, de superar el conflicto y crecer en perfección a través de la osadía de la transgresión.

II. DE JUNG A GRÜN

1. Las principales influencias literarias en Grün

El monje benedictino se siente deudor Jung y de su doctrina:

He leído toda la obra de C.G.Jung además de muchos otros libros de Peter Schellenbaum, John Bradshaw y Ken Wilber. Precisamente la psicología transpersonal que vincula las experiencias místicas con la psicología actual, me interesa e inspira para comprender e interpretar de una manera nueva los textos místicos”. (J.PAULAS-J.SEBEK, Anselm Grün, reportaje comprometido, Bonum, Bs. As, 2003,78)

Es decir que siguiendo a Jung y su psicoanálisis Grün interpreta los textos de los más reconocidos autores místicos de la Iglesia, empezando por Jesucristo y la Sagrada Escritura. He aquí dos ejemplos de esta particular hermenéutica, uno del A.T y otro del N.T:

“Mientras Abrahám utiliza a su mujer para conseguir un determinado objetivo, ésta no le puede dar ningún hijo. Sólo cuando tres hombres visitan a Abrahám [tres hombres misteriosos en los que la Tradición eclesial ha visto una imagen profética de la Trinidad] y le regalan su protección, queda capacitado para recibir de Sara un hijo. (...) [Hoy dia] son muchos los hombres que sufren de impotencia. Abrahám necesita de energía masculina de tres hombres para hacerse fecundo. De igual modo, los hombres necesitan la comunión con hombres que les protejan, que les transmitan su propia fuerza”.

“(...) El sacrificio de Isaac por parte de su padre se puede interpretar de diversas maneras. Una interpretación sería esta: quien ordena a Abrahám sacrificar a su hijo no es Dios, sino la enfermiza imagen que Abrahám tiene de Dios. El ángel del Señor le impide el sacrificio. Le da a conocer otra imagen de Dios.

Pero la escena puede entenderse también desde un punto de vista psicológico. Desde esta perspectiva, la historia refleja la oculta tendencia de muchos padres hacia la aniquilación de su propio hijo. (...) Abrahám piensa que Dios le está pidiendo el sacrificio de su hijo. Con Dios justifica él su agresividad en relación con el hijo” (ANSELM GRÜN, Luchar y amar, San Pablo, 2006, 32-36).

Abrahám, según esta pésima lectura, es un “padre de la fe” que deja mucho que desear, porque ni es buen padre ni tiene tanta fe. En efecto, su relación con su hijo es despótica y la que tiene con Dios neurótica y ficticia. Por lo demás creemos que tal interpretación, además de psicologista, es poco ecuménica: ¡que no se enteren nuestros hermanos mayores que un católico trató de enfermo y desquiciado al progenitor del judaísmo!

Vayamos a un episodio del Nuevo Testamento. En su librito Incertidumbre (Ed. Guadalupe, Navarra, 2003, 37-48), comentando el milagro que aparece en Mc. 9, 14-28 cuando Jesús cura, por pedido de un padre, al hijo poseído que “echaba espuma por la boca” (v.18,20), dice Grün que ese espíritu en realidad es la represión del hijo que no puede manifestar sus deseos de rechazo hacia su padre y cuya causa es la misma proyección de un padre hostil que transfiere hacia su hijo. Si el hijo está así es por la culpa de su padre que no lo entendió, que no lo apoyó, que no lo valoró como hijo, que no tuvo fe en él; para lo cual se apoya en el v. 24 del relato, donde reconoce el padre tener poca fe -por lo que le pide a Jesús que se la aumente-: nuestro comentarista dice que esa poca fe es en realidad la poca confianza del padre hacia su hijo.

La rigidez que padece el poseído (v.18) es, dice, “la de quien durante años ha reprimido sus represiones” mientras que el agua y el fuego que el demonio utilizaba para acabar con él (v.22) deben ser interpretados psicoanalíticamente: el “fuego” sería la pasión y la sexualidad y “agua” el inconsciente. Toda vez que la persona –argumenta Grün- reprime su sexualidad y la sepulta en el inconsciente este se venga contra él, ahogándolo y quemándolo. “Esto indica –anota el monje- que aún vivimos muy inconscientemente, que no estamos en contacto con muchas cosas que viven dentro de nosotros. El inconsciente puede convertirse en una corriente devastadora en la que nos podemos ahogar”.

Otras musas inspiradoras para nuestro autor han sido teólogos vanguardistas del progresismo y filósofos como Bloch y Gadamer, marxista el primero y hermeneuta heideggeriano el segundo quien, al endiosar el lenguaje derivado de la conciencia, la cual a su vez está condicionada por la historia, termina por identificar lo real con el ser percibido en la conciencia. Como para Gadamer y los modernos hermeneutas “el modo de preguntar determina el modo de responder”, el horizonte contextual del sujeto termina siempre determinando la percepción del ser y la captación de la realidad. La verdad no existe en sí, sino en mí, y eso lo proyecto a través de mi pregunta.

“Rahner fue un autor que me interesó especialmente. Leí sus escritos y en mi examen doctoral escribí sobre él. Durante ese tiempo también leí una serie de libros psicológicos y comencé con la lectura de C.G.Jung. (...) Leí asimismo autores evangélicos. (...) También a Hans Küng[3] y a Urs von Balthasar. Me importaba más la correcta interpretación del cristianismo que las exigencias morales. Leí también a filósofos como E. Bloch y H.G.Gadamer que enriquecieron mi teología.

Con respecto a Teilhard de Chardin[4] yo no sólo lo apreciaba por sus esfuerzos por vincular las ciencias naturales a la teología; también creó –a mi entender- una teología mística que tiene su fundamento en una nueva relación con la creación” (Anselm Grün, reportaje comprometido, 30-32).

Al decir Grün que le “importaba más la correcta interpretación del cristianismo que las exigencias morales” hace patente su poca estima por la moral y su mucho aprecio por la fe, bien al estilo luterano.

Dice finalmente para rematarla haber encontrado en la filosofía existencialista del ateo Martin Heidegger ideas que han fecundado la teolgía porque tal pensamiento, más que ningún otro, ha “respondido a las preguntas del hombre moderno” (cf. Ibid., 26-27).

2. Relativismo religioso

2.1 La Eclesiología de Grün

La Iglesia ya no puede presentarse autoritariamente, como representante exclusiva de la verdad” (Ibid., 152)”.

“Nunca debemos condenar o ver las cosas sólo negro sobre blanco en el sentido de que por un lado están los buenos, por el otro, los malos. La realidad siempre es más bien de varios colores” (Ibid., 156)

“La Iglesia no debe observar el arte con sus parámetros moralizadores. (...) El mundo actual –con su arte- es distinto del que querrían ciertos representantes de la Iglesia” (Ibid., 186).

Relativiza el catolicismo cuando augura que la fidelidad a la propia conciencia, más allá de cualquier religión, es camino seguro para la salvación.

“Rahner acuñó el concepto de “cristianismo anónimo”. Con ello quiere significar que cada uno vive de acuerdo con su conciencia, sin importar si es ateo o si pertenece a otra religión, y puede lograr así la vida eterna. “Gracia y justificación, unidad y estrecha relación con Dios, posibilidad de lograr la vida eterna, sólo tienen un límite en la conciencia sucia de un hombre. Y esto es precisamente lo que quiere expresarse con “cristianismo anónimo” (Karl Rahner, en Diálogo con Krauss, 54).

Hans Urs von Blathasar habla de la abundanacia de la salvación que se reveló en Jesús. Y esta abundancia llevará a la perfección todo lo que hay en el mundo” [es decir, que todos finalmente se salvarán].

La Iglesia católica no debe identificarse con la Iglesia católica romana y su estructura, sino en que lo verdaderamente católico radica en que la Iglesia está abierta para todas las experiencias espirituales, que respeta a las otras religiones con sus conocimientos y experiencias, y que quisiera incorporarlas todas a la plenitud que Cristo representa para ellas.

No es la Iglesia la plenitud. Nosotros, los cristianos, no debemos colocarnos por encima de los demás. Ya que somos tan humanos, pecadores, limitados, como los demás representantes de las otras religiones. No necesariamente somos mejores personas que los demás”.

Ni el cristinismo en su figura histórica ni la Iglesia pueden pretender absolutidad”.

Como cristianos, no tenemos la verdad absoluta. Absoluto es sólo Jesucristo. Pero nuestra forma de hablar de él no representa la plenitud que él representa. (...) Nuestros modos cristianos de ver se quebrarán para que la plenitud llegue a Dios. Por esta razón, nuestros conceptos sobre Jesucristo no pueden pretender absolutidad. (...) Todo lo que digo de Jesús está marcado por mis puntos de vista limitados y siempre condicionados por la historia de vida. Por lo tanto sólo podemos hablar de la absolutidad de Jesucristo en una nueva modestia y, al mismo tiempo, en una confianza profunda, pero no de la absolutidad del cristianismo, de cómo se muestra concretamente y de cómo se representa en su dogmatismo”.

“El cristianismo es el cumplimeinto del anhelo humano, tal como se expresa en muchas religiones. Cumplimiento no es algo exclusivo sino inclusivo. No excluye a las edmás religiones, sino que las incluye sin absorberlas. Y tampoco se trata de que los hombres no logren la salvación fuera del cristianismo. Creemos que todo aquél que vive de acuerdo con su conciencia, logra la salvación” (ANSELM GRÜN, La fe los cristianos, San Pablo, 2007, 138-152).

Arbitrariamenete distingue el monje benedictino entre Jesucristo, el único absoluto, y la Iglesia según su dimensión histórica y estructurada bajo el primado de Roma, negándole a ésta la absolutidad de la que sí gozaría Jesús. Su lema reza: Cristo sí, Iglesia no. Tal distinción dista enormemente de lo enseñado en el documento “Dominus Iesus”, elaborado en el 2000 por el Card. Ratzinger y firmado por el entonces Papa Juan Pablo II. Un documento tan importante como “encajonado” por buena parte de la clerecía. En efecto, allí leemos:

“(...) La plenitud del misterio salvífico de Cristo [que sí sostiene Grün] pertenece también a la Iglesia [la que no acepta Grün], inseparablemente unida a su Señor. (...) Y así como la cabeza y los miembros de un cuerpo vivo aunque no se identifiquen son inseparables, Cristo y la Iglesia no se pueden confundir pero tampoco separar, y constituiyen el único “Cristo total”.

(...) Los fieles están obligados a profesar que existe una continuidad histórica –radicada en la sucesión apostólica- entre la Iglesia fundada por Cristo y la Iglesia Católica[5] (n°16,§1,3).

“Por lo tanto, los fieles no pueden imaginarse la Iglesia de Cristo como la suma –diferenciada y de alguna manera unitaria al mismo tiempo- de las Iglesias y Comunidades eclesiales; ni tienen la facultad de pensar que la Iglesia de Cristo hoy no existe en ningún lugar y que, por tanto, deba ser objeto de búsqueda por parte de todas las Iglesias y Comunidades” (n°17,§3).

Hay otra expresión bíblica que es la de “Reino de Dios”, motivo de diversas interpretaciones. Si bien Reino de Dios es, aclara “Dominus Iesus”, algo no tan claro y al parecer más general e indiferenciado[6], por lo que no es exclusivo sinónimo de Iglesia en su fase histórica, con todo,

“al considerar la relación entre Reino de Dios, reino de Cristo e Iglesia es necesario, de todas maneras, evitar acentuaciones unilaterales, como en el caso de «determinadas concepciones que intencionadamente ponen el acento sobre el Reino y se presentan como ‘reinocéntricas’, las cuales dan relieve a la imagen de una Iglesia que no piensa en sí misma, sino que se dedica a testimoniar y a servir al Reino. Es una ‘Iglesia para los demás’ –se dice- como ‘Cristo es el hombre para los demás’...»” (n°19,§1).

Los teólogos progresistas en su afán por romper con la tradición buscan cambiar la sustancia de la realidad y la verdad de las cosas, para lo cual se sirven del conocido artilugio hermenéutico que consiste en transformar los conceptos para llegar, por un nuevo lenguaje, al cambio de la verdad, que al mutar ya deja por supuesto de existir como verdad. Tal principio es usado cuando hablan de la Iglesia como “Reino de Dios” o bien cuando sin nombrar a la primera apelan directamente a la noción vaga de “Reino” como realidad ética solidaria. Así, dado que –como vimos- la categoría de “Reino” es menos diferenciada y precisa insistir en este concepto es, por lo mismo, insistir en la necesidad de trabajar por el bien de la humanidad pero sin mediar necesariamente Jesucristo, la gracia y la Iglesia en su dimensión histórico-sacramental.

Otra particularidad del lenguaje progresista es, según el punto 19, el de predicar en pro de una Iglesia “que no piensa en sí misma”. Lo mismo que exige Grün:

“En estos momentos la Iglesia gira demasiado en torno a sí misma. Lame sus propias heridas y por lo tanto es incapaz de dediacrse a las heridas de las personas” (Anselm Grün, reportaje comprometido, 154).

En semejante concepción de Iglesia como comunidad que sólo busca el bien de todos, que a nadie dice que “no” y que no profesa un credo, unos dogmas y una verdad como contenido único, los “nuevos” mártires de esta “nueva” Iglesia vienen a ser aquellos que, más allá de la fe y sin mediar necesariamente el amor por una religión, han ofrendado la vida en defensa de los derechos humanos. Mártires de la “diosa humanidad”. La nueva Iglesia de Grün canonizaría a los que se inmolaron en defensa de la dignidad humana, dignidad que no necesariamente estaría vinculada con la dignidad divina y con la tutela de una única verdad revelada y custodiada en la Iglesia Católica.

(...) Los mártires no son un fenómeno tan sólo de la Iglesia primitiva. (...) En América Latina son frecuentemente asesinados hombres y mujeres que toman en serio el mensaje cristiano y se comprometen con los pobres” (Ibid., 130-131)

Sostiene Grün, fiel a su hermenéutica psicologista, que el martirio de los mártires “de antes” está en parte desfigurado por cierta patología histórica, propia de los “fanáticos” historiadores, por la que se regodean y relamen masoquista y victimariamente en la sangre de aquellos hombres.

“Los mártires de la Iglesia de la Iglesia primitiva testificaron con su muerte la resurrección de Jesús. (...) Ante muchos relatos martiriales hoy nos sentimos incómodos. Se dice una y otra vez que los primeros cristianos iban gozosos a la muerte. Psicológicamente entrenados, [nosotros] husmeamos aquí una tendencia masoquista (ibid..)

3. El Jesús de Grün

La teología católica enseña que Jesús, como Verbo encarnado, fue Dios desde su concepción. La teología de Grün enseña al parecer que Jesús se fue haciendo Dios sobre todo a partir de la iluminación que recibió el dia de su bautismo:

“¿Cómo llega Jesús a ser Salvador? Esta es para mí una cuestión decisiva. La respuesta teológica –que él puede salvar en cuanto Hijo de Dios- no me parece suficientemente satisfactoria. Jesús no fue salvador desde el principio. Él fue desarrollando desde su interior el arquetipo de salvador. Para mí, los Evangelios sañalan momentos importantes de este proceso. El primer momento lo constituye el bautismo. [Al sumergirse en el agua] Jesús se ha sumergido en el inconsciente. Nuestra vida se seca sin la fuente del inconsciente. Es en el bautismo, y no en su nacimiento, donde Jesús toma conciencia de su verdadera identidad” (Luchar..., 204-212)

Recordemos una vez la noción clave en la antropología de Jung, el Sí-Mismo. En tal concepto Jung ve lo más perfecto del hombre, lo más trascendente, lo más divino, por ser una totalidad psíquica que incluye tanto lo luminoso como lo oscuro del ser humano, tanto lo conciente como lo inconsciente, tanto la santidad como el pecado. Jesús, siempre según Jung, es una parte importante del Sí-Mismo mas no acabada, por lo que necesita de su divino hermano cuaternario, Satán.

Volvamos a Grün. Explicando el pasaje de Cristo en el desierto en el que dice que “los animales del desierto lo servían”, el discípulo de san Benito lo interpreta diciendo que:

Jesús integra en su estancia en el desierto los dos polos: la parte animal [eso se ve, según Grün, en la expresión de san Marcos, cuando dice que “los animales lo servían en el desierto”] y la parte angelical”.

“(...) En el relato de la estancia de Jesús en el desierto hemos visto que él se reconciló allí con sus sombras y que integró dentro de sí lo animal. El culmen de la integración se hace perceptible en la cruz. La cruz es un símbolo primordial de la unidad de todos los contrarios. En la cruz abarca Jesús todos los recintos del cosmos: la altura y la profundidad, el cielo y la tierra, la luz y la tiniebla, lo consciente y lo inconsciente, el hombre y la mujer” (Ibid.).

La cruz es el modelo de la síntesis hegeliana reconociliadora de los contrarios morales. Ser cristiano es llevar la cruz, y llevar la cruz significa no querer quitar la oscuridad pecaminosa ínsita en nuestra naturaleza. Sólo se salva aquél que se reconcilia y hace un pacto de amistad con su adversario.

“Los hombres pueden aprender de Jesús, “el Salvador”, a descubrir sus fuerzas salvadoras. El presupuesto indispensable para ello es que, con Jesús, emprendan el camino hacia la realización plena de la masculinidad, un camino en el que han de integrar en su condición de hombres todo lo que emerge en ellos: lo selvático y lo apacible, lo duro y lo blando, lo masculino y lo femenino, lo claro y lo oscuro. En el encuentro con Jesús desaparece de ellos lo inauténtico y las simples apariencias. Entran entonces en contacto con su verdadero yo. Y sólo desde ese yo íntimo les es posible salvar a los demás (=llevarlos al encuentro con el auténtico Sí-Mismo…) (Ibid., 214).

Como Jesús es dialéctico en cuanto que en la cruz asume los contrarios, el cristiano está llamado, al igual que su Maestro, a no concebir la santidad como expulsión ascética de lo negativo sino, por el contrario, a convivir con lo inmoral o “amoral” como camino hacia la propia integración.

4. La ética de Grün

Para salvarse y ser felíz hay que pecar, o al menos, evadir el deseo de erradicación de lo que nuestros preconceptos culturales consideran como conductas “anormales”. Nuestro autor cree que el pecado original fue una cosa necesaria y loable en cuanto que, tras él, los primeros padres pudieron “conocer el bien y el mal”, ganar en conciencia, aumentar la propia ciencia moral.

“La historia del pecado original se presta a diversas interpretaciones. Vista desde la psicología, a mí me convence la interpretación de C.G.Jung, para quien el comer del fruto del árbol de la ciencia es un acto de toma de conciencia. Para Adán y Eva se trata de un paso necesario en el camino de su plena realización personal. El ser humano sale de su situación paradisíaca y reconoce sus partes luminosas y sombrías. Puede ya distinguir entre el bien y el mal” (Luchar..., 19)

El pecado es conciencia; la gracia y santidad imperfección. La cruz es la inclusión pacifista de las sombras. La salvación es la muerte y el cielo termina siendo, según esta lógica, nada menos que el infierno:

“Cuando el hombre vive conscientemente sólo un polo, entonces el polo opuesto se convierte en una sombra. (...) Lo que persigue la psicoterapia, tal como Jung la entiende, es unir de nuevo las dos partes del hombre, lo consciente y lo inconsciente. Si estas dos partes del hombre estan completamente separadas aparece una «disociación de la personalidad, el fundamento de todas las neurosis» (...). [Las personas] tienen que reconciliarse con los puntos negativos, con los lados impíos que también se encuentran en ellas, con muchos sectores de ellas que no quieren saber nada de Dios, con algunos deseos que no se orientan según la voluntad de Dios sino que son «amorales»” (ANSELM GRÜN, Incertidumbre, pgs. 81, 83, 86).

La solución que ofrece el autor no es, en sustancia, distinta de la del psicoanálisis: conciencia de lo negativo, aceptación y necesidad de lo inmoral, tendencia natural hacia la muerte:

“De la tensión entre los opuestos se genera en el hombre una energía que tiende a la unión entre esos lados contrarios (...). No debemos (sobre)valorar uno de estos dos lados, pues necesitamos de los dos. (...) El hombre sólo llega a su verdadero “yo” si aúna sus contrastes, si consigue integrar en él el consciente y el inconsciente, la luz y la oscuridad, el bien y el mal”. (Ibid., 89, 92).

4.1. La homosexualidad

La homosexualidad es para Grün un valor más que una patología.

“Es importante para el hombre tener ideas claras respecto a su identidad sexual. Tiene que saber con precisión si es heterosexual u homosexual. A veces las fronteras son borrosas e inestables. Llegar a conocer y tomar conciencia de la identidad sexual es un presupuesto determinante para aceptarse como hombre. También aquí es decisivo que dejemos aparte todas las valoraciones. Cada hombre —homosexual o heterosexual— tiene sus virtualidades, sus fuerzas, y también sus peligros. Los hombres homosexuales se han entregado en los últimos años a la búsqueda de su propia masculinidad, todavía con más intensidad que los hombres heterosexuales. En lugar de disculparse por su homosexualidad —como sigue siendo habitual aún en muchos círculos sociales—, se alegran de su condición. Han tomado conciencia de su cuerpo y se expresan a sí mismos, con todo su ser, en su cuerpo. Con frecuencia tienen una profunda sensibilidad estética y una gran apertura hacia la espiritualidad. Cuando hablo de la masculinidad, pienso siempre en los hombres heterosexuales y homosexuales”.

(...) Con demasiada frecuencia escuchan que la homosexualidad es “antinatural”. Pero tales valoraciones son falsas. La homosexualidad se puede deber a motivaciones diversas: a la educación, a una excesiva vinculación con la madre, a experiencias sexuales, pero también a una determinada configuración genética. En definitiva, nadie puede decir por qué un hombre o una mujer son homosexuales. Lo decisivo es que el homosexual se reconcilie con su condición y su tendencia y que, desde esa reconciliación, haga lo mejor. Esto significa que también él puede vivir su homosexualidad de una manera humanamente digna” (Ibid., 25)

Huelga recordar que la única “manera humanamente digna” de vivirla debería ser -cosa que por supuesto no dice Grün- en la castidad o abstinencia sexual, tal como enseña el CATIC (2358).

Reitera la misma idea en otro de sus libritos:

“Entiendo muy bien que a las madres en su primer momento les provoque un shock enterarse que su hijo o hija es homosexual. Pero el sufrimiento depende de la actitud. (...) Las personas homosexuales son iguales a las heterosexuales, e incluso muchas veces tienen un sentido especial para la espiritualidad y el arte. Disponen de dones valiosos de los cuales los padres deberían alegrarse” (¿Por qué a mí?, Ágape-Bonum-Guadalupe-Lumen-San Pablo, Bs. As., 3ª, 2007, 126).

“En el paraíso, Adán y Eva no se avergüenzan de su desnudez. Después de la caída, sin embargo, reconocen que se encuentran desnudos y, por temor, Adán se esconde de Dios. La vergüenza es la que les lleva a hacerse unos ceñidores con hojas de higuera. Sobre el tema de la vergüenza se han escrito, sobre todo por parte de los psicólogos, muchas y valiosas reflexiones. “Vergüenza” es el miedo a mostrarse tal como uno es (o como cree que es). Y un aspecto esencial de la vergüenza es la vergüenza sexual. Uno se siente incómodo con su desnudez e intenta cubrirse. La vergüenza tiene siempre algo que ver con la necesidad de protección. Uno se protege de las miradas descaradas de otros. Pero la vergüenza es también expresión de que uno no ha logrado aceptarse en su desnudez. Desea ocultarse a sí mismo, de Dios y de los demás. Cuando los hombres dejan a un lado su vergüenza y se muestran tal como son, surge de repente una gran confianza. Pueden ya decirse (=expresarse) a sí mismos tal y como son. No necesitan ningún vestido más para cubrirse. Se atreven a mostrarse en su vulnerabilidad. Y es que las heridas son inherentes a la sexualidad, con toda su hermosura y fascinación. Las bromas sobre la sexualidad ajena pueden ocasionar profundas molestias. Yo he tenido grupos masculinos que hablaban muy abiertamente sobre su sexualidad y que mostraban un gran respecto hacia los demás. Cuando esto se consigue, se experimenta algo de la situación paradisíaca” (Luchar..., 25-27).

Aunque tendemos a pensar que aquí Grün propone el nudismo como realidad paradisíaca propia de personas sin vergüenza, maduras y transparentes con Dios y con los demás, con todo, no nos es absolutamente claro. No podemos de todas maneras dejar de recordar la enseñanza de un predicador que trae a cuento el P.Horacio Bojorge en su buen ensayo sobre la exégeis bíblica actual, en el que nos refiere de un sacerdote que arengaba a su feligresía, diciéndole: “las playas nudistas de alguna manera representan la búsqueda de Dios porque allí hombres y mujeres vencen las barreras de la vergüenza por la desnudez que comenzó con el pecado...” (HORACIO BOJORGE, ¿Entiendes lo que lees?, Gladius, Bs. As., 2006, 10).

4.2 Aborto

Si bien es verdad que en el librito sobre el Decálogo condena Grün el aborto al hablar del 5 ° mandamiento, sin embargo en la explicación que hace del segundo mandamiento nos topamos con esta extraña expresión:

“Hoy existe otro peligro de abuso: se abusa del nombre de Dios para fines políticos. Se empieza en el nombre de Dios una guerra contra las así llamadas “semillas del mal”. En nombre de Dios se asesina o insulta a Parlamentarios, que buscan honradamente leyes sensatas para regular la problemática del aborto...” (ANSELM GRÜN, Los Diez Mandamientos, San Pablo, Bs. As., 2007, 46).

¿Se refiere aquí Grün a los católicos que luchan por la no despenalización del aborto? Y en caso de ser así y tratándose del aborto, ¿puede haber una ley “sensata” capaz de ser aceptada civilmente?

4.3 Adulterio

Grün dice que las fantasías sexuales no son pecado al tiempo que afirma, sirviéndose de una incorrecta interpretación de un término griego traducido por “fornicación” (cf. Mt. 19,19), que los separados rejuntados muchas veces pueden volver a comulgar.

“En la Iglesia, el aduletrio siempre tiene algo que ver con actos impúdicos. El Antiguo Testamento es ajeno a este punto de vista. Para Israel la sexualidad no era el centro del matrimonio, sino la pareja. (...) El sexto mandamiento tiene ciertamente algo que ver con la sexualidad. Pero no se tienen que tomar en consideración las reflexiones mezquinas y angustiosas sobre el tipo de fantasía sexual con el que opino no haber observado el sexto mandamiento”.

“Quien separa el matrimonio comete adulterio. El único motivo que permite Jesús para la separación es la fornicación (cf. Mt. 19,9). No está muy claro cómo entender esto. Los exégetas discrepan sobre el tema. Cualquiera sea el sentido de estas palabras de Jesús, es importante que para él, pues, por lo visto, existen motivos para admitir la separación. Hoy en día seguramente estas ecepciones se desciben de otra manera. Pero sí está claro que la prohibición absoluta de dar la comunión a los que se han vuelto a casar no corresponde con las palabras de Jesús” (ibid., 97-98).

4.4 Anticoncepción

El Papa Pablo VI con su encíclica Humanae vitae [en la que se condena bajo todas las formas el uso de anticonceptivos para evitar, como fin o como medio, la concepción] nos decepcionó mucho a los estudiantes de teología. Allí cedía frente a una minoría conservadora (Anselm Grün, reportaje comprometido, 30-34).

Grün afirma que todos estos conflictos ligados a la sexualidad se los debemos imputar a... la Iglesia Católica!!!. La culpa, por supuesto, siempre la tiene el otro...

“La causa de la represión de la sexualidad es también un profundo temor frente a la sexualidad, tal como la ha acuñado desde hace siglos la moral sexual católico-romana”.(Ibid., 109).

“Me cuesta entender ciertos desarrollos internos de la Iglesia. No puedo evaluar en qué medida estos desarrollos y reacciones dependen directamente del Papa o si fuerzas conservadoras en Roma utilizaron la frecuente ausencia del Papa [Juan Pablo II] para poner en escena sus juegos de poder. Lo que me da pena es que la teología romana se limite principalmente a cuestiones de moral. (...) Se mantienen aún tiesos en temas como la sexualidad y el celibato. (...) También preguntas como el tratamiento de divorciados que vuelven a casarse y la cuestión del asesoramiento a mujeres confrontadas con el tema del aborto parecen ser tratadas en Roma con poco tacto” (ibid., 42).

5. “No hay nada nuevo bajo el sol”: Grün y la herejía quietista

En el s. XVII apareció en el escenario de la teología española Miguel de Molinos, mentor de un movimiento espiritual herético bautizado con el nombre de quietismo. Era un naturalista él lo mismo que su escuela.

El naturalismo es una corriente de pensamiento, con resonancias morales, que históricamente se ha mostrado siguiendo una doble modalidad, que al parecer son opuestas, pero que cabalgan en una misma e idéntica premisa: la inimputabilidad de la naturaleza; ora por ser demasiado buena como para ser culposa, ora por ser irreformablemente mala como para ser sujeto de imputación.

La primera de esta doble modalidad es la llamada con el nombre de modernismo o americanismo que consiste en exaltar sobremanera las operaciones humanas por considerárselas buenas, sanas, preparatorias para la gracia. El aprecio por las virtudes activas y al mismo tiempo la poca estima por la contemplación y las virtudes pasivas es una característica de este primer naturalismo. Se trata –así piensan los naturalistas- de no dar importancia a la ascética, a la muerte de las pasiones, a la mortificación voluntaria, porque la naturaleza es buena y una tal aniquilación equivaldría a una renuncia a toda iniciativa y juicio de valor. No hay que menospreciar nada, sino mejorar lo que ya tenemos. La cruz del cristiano es simple mejoría de lo que va en su misma línea de perfección. Se invoca incluso falsamente el conocido postulado de santo Tomás que dice que “la gracia no debe destruír la naturaleza sino perfeccionarla”; por lo que toda renuncia, ascética, aniquilación de la naturaleza es –así profesan- contraria a la perfección exigida por la gracia.

Se olvidan o ignoran estos primeros naturalistas que la naturaleza invocada por santo Tomás es la naturaleza como tal, en el sentido filosófico, ontológicamente buena en cuanto obra de Dios y no en cambio la naturaleza tal como la conocemos hoy, caída y herida, incapaz de ser perfeccionada si antes no es totalmente aniquilada y transformada por la gracia de Dios.

La otra vertiente del naturalismo llamada quietismo, solidaria con la antropología protestante y de la que se sirve Anselm Grün, es la defendida por Miguel de Molinos y condenada por el Santo Oficio el 29.11.1687. Según ella el hombre debe quedarse quieto en su relación con Dios porque “querer obrar activamente es ofender a Dios, que quiere ser el único agente”[7], así entonces “es necesario abandonarse a sí mismo todo y enteramente a Dios y luego permanecer como un cuerpo exámine”[8]. Toda iniciativa es mala, toda acción es contraria a la voluntad de Dios, toda “actividad natural es enemiga de la gracia e impide la operación de Dios y la verdadera perfección; porque Dios quiere obrar en nosotros sin nosotros”[9].

El quietismo niega -a diferencia del americanismo- la actividad positiva y emprendedora de la naturaleza, pero tal tesitura comulga con aquélla en cuanto que, para ambas, la naturaleza es algo redimible así como está, en la condición actual, en la positividad de su caída post-pecado original. Si el activismo americanista pretende salvar al hombre por la pura acción, ésta lo hace por la pura pasión o pasivismo. No haciendo nada, no modificando nada, no transformando nada de lo natural a través del ejercicio ascético es como llegaríamos a la unión con Dios. La Nada es el camino al Todo.

Tampoco se trata de obrar en contra de los movimientos desordenados y pecaminosos porque tal reacción sería, por lo mismo, contraria a la gracia de Dios que quiere morar en nosotros sin nuestra menor ayuda y colaboración. Así, mientras que la virtud es imperfección y obstáculo para la mística quietista todas las acciones contrarias a la virtud ayudan al ejercicio de Dios en el alma, como por ej., los “pensamientos que vengan en la oración, aún los impuros, aún contra Dios, los santos, la fe, los sacramentos”, los cuales “si no se fomentan voluntariamente ni se expelen voluntariamente, sino que se sufren con indiferencia y resignación; no impiden la oración, antes bien la hace más perfecta aún”[10]. La mayor perfección consiste, según Molinos y su escuela, en la mayor asunción y reconciliación con lo poluto de nuestras acciones. Hay moralidad cuando hay inmoralidad. Lo mismo que decía Grün cuando en su opúsculo Incertidumbre proponía como camino de sanación y elevación la “reconciliación con los puntos negativos, con los lados impíos que también se encuentran en ellas [las personas], con muchos sectores de ellas que no quieren saber nada de Dios, con algunos deseos que no se orientan según la voluntad de Dios sino que son «amorales»”. Reconcilación que, huelga recordarlo, no consiste ni el sacramento que lleva tal nombre ni en el deseo de cambio y conversión, antes bien en “el amor y la resignación”[11] a las fuerzas del pecado. Amor a un Dios que es igual que la Nada y resignación ante nuestra trágica e irreparable situación.

***

Escuetamente hasta aquí expuesto el pensamiento del populoso divulgador Anselm Grün. El barniz que da a sus ideas con una pátina de cierta piedad monástica tradicional (pondera, por ej., el canto gregoriano), las referencias a importantes autores de la mística monacal sumado eso a la solidaridad ideológica y remunerativa de las más reconocidas editoriales “católicas” presentes en nuestro país (“Ágape”, “San Pablo”, “Bonum”, “Lumen”, “Guadalupe”) ha hecho más difícil aún la artesanal tarea de distinción entre el trigo y la cizaña. Y es, finalmente, en razón de esto último por lo que estamos firmemente convencidos que, sea por deliberada malicia o por vencible –y por tanto, injustificada- ignorancia, muchos y en razón de mucho tendrán que dar cuenta ante el más santo, intachable e impoluto Tribunal el dia del propio juicio. Y ahí no habrá quietismo que los justifique, psicologismo que los compadezca ni money que los defienda.


[1] Las frases están tomadas de las obras del autor: “Jung y la creencia religiosa”, “Ensayo de interpretación psicológica sobre el dogma de la Trinidad”, “Metamorfosis del alma y sus símbolos”, “Aïon”, “La vida simbólica”; textos extraídos del artículo sobre Jung publicado por JEAN-CLAUDE LARCHET, «Jung desde la teología y la espiritualidad cristiana», en AA.VV, Bases para una psicología cristiana, EDUCA, Bs. As., 2005.

[2] Marcamos con color rojo las expresiones más lastimosamente destacadas.

[3] Sancionado por la Congregación para la Doctrina de la Fe, que le quitó la licencia para enseñar. Sobre él sigue diciendo Grün: “Para mí personalmente, Küng no es en absoluto un teológo que esté fuera de la Iglesia. Él no formuló tesis alguna que esté fuera del dogma [de la infabilidad pontificia]. Su demanda es más bien práctica. Su obispo G.Moser intercedió a favor de Küng. Detrás de todos los puntos de vista y en este caso es posible ver también rivalidades personales, concretamente entre él y Ratzinger. Detrás de todas las acciones [conflictivas] en la Iglesia también se esconden resentimientos personales. Por otra parte, no todo lo que se refiere a la cátedra [¿de Pedro?] está siempre fundado dogmáticamente” (Anselm Grün, reportaje comprometido, 32-33)

[4] También sancionado por la Santa Sede.

[5] El 29-7-07 la Congregación para la Doctrina de la Fe se vio en la necesidad de dar a conocer un escuetísimo pero importante documento, formulado a través de preguntas y respuestas, en el que se puntualizan algunos conceptos que, para muchos, encerraban una cierta ambigüedad. Uno de tales términos fue el de “subsistit in” (“subsiste en”), usado a partir del Concilio Vaticano II cuando afirmó, en la constitución dogmática “Lumen gentium”, que “la Iglesia de Cristo subsiste en la Iglesia Católica”. Muchos creyeron o quisieron ver en tal expresión un sustituto del verbo “es”, por lo que si antes se decía que la Iglesia querida y fundada por Cristo para que los hombres se salven es la Iglesia Católica a partir de ahora tal Iglesia querida por el Señor sería, junto con la Católica, la ortodoxa y protestante, por tener ellas también elementos o partes de verdad y bondad que no le son ajenos al catolicismo. Así pues, el subsistit in no haría –pensaron y piensan aún muchos- de la Iglesia Católica la única realidad en la que se hallan todos los medios para la salvación.

La tercera pregunta del antedicho escrito viene así formulada:

«¿Por qué se usa la expresión "subsiste en ella" y no sencillamente la forma verbal "es"?
Respuesta: El uso de esta expresión, que indica la plena identidad entre la Iglesia de Cristo y la Iglesia católica, no cambia la doctrina sobre la Iglesia. La verdadera razón por la cual ha sido usada es que expresa más claramente el hecho de que fuera de la Iglesia se encuentran muchos elementos de santificación y de verdad que, como dones propios de la Iglesia de Cristo, inducen hacia la unidad católica». Si “no cambia la doctrina de la Iglesia” quiere decir que la Iglesia fundada por Cristo para que los hombres se salaven es, tal como siempre se ha sostenido, la Iglesia Católica, sin descartar el hecho que Dios pueda (que no es lo mismo que decir que Dios “deba”; cf. CATIC 847) salvar a personas que se encuentran fuera de los confines visibles y estructurales del catolicismo, es decir, fuera del orden sacramental.

[6] “El Reino de Dios –si bien considerado en su fase histórica- no se identifica con la Iglesia en su realidad visible y social. (...) Por lo tanto, se debe tener también en cuenta que «el Reino interesa a todos: a las personas, a la sociedad, al mundo entero. (...) Construír el Reino significa trabajar por la liberación del mal en todas sus formas»” (n°19,§1).

[7] Denzinger, 1222.

[8] Ibid..

[9] Dz., 1224. Contrariamente a lo enseñado por san Agustín: “Qui creavit te sine te, non justificabit te sine te” (“Aquél que te creó sin tí no te salvará sin tí”).

[10] Dz., 1244.

[11] Dz., 1257.
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