2 CORINTIOS 4: 3-4

Si nuestro Evangelio todavía resulta impenetrable, lo es sólo para aquellos que se pierden, para los incrédulos, a quienes el dios de este mundo les ha enceguecido el entendimiento, a fin de que no vean resplandecer el Evangelio de la gloria de Cristo, que es la imagen de Dios.




martes, 1 de septiembre de 2009

¿Existe el Limbo? por padre Gabino Tabossi

¿Existe el Limbo?

padre Gabino Tabossi

El actual debate sobre Limbo confunde a no pocas personas. Por eso he querido hacer unas aclaraciones que comparto ahora con ustedes, para quien le interese.

Ante la duda de quienes se preguntan qué ocurre c
on las almas de los niños sin uso de razón que mueren sin el sacramento del bautismo, creí conveniente escribir estas reflexiones sobre la solución que, según la fe y la razón, aparece como la más real.
Para ser más didáctico en el discurso, plantearé las preguntas más comunes seguida de las respectivas respuestas.



1. ¿Puede la naturaleza subsistir sin la gracia?


Respuesta:
Sí, aunque sin callar las lamentables consecuencias de tal autonomía. Cierto es que Dios pensó y creó a Adán con una naturaleza agraciada o elevada, peroello no desdice la gratuidad de la gracia y la posibilidad que pueda una personasubsistir sin ella. La gracia no es debida de suyo al orden natural. Dios hizoal primer hombre infundiéndosela, inherente a su alma, pero como don añadido yno como exigencia de su naturaleza como sí podría ser el caso de lainteligencia, los sentidos o la afectividad. No existe un hombre sininteligencia o memoria, (aunque por algún defecto orgánico no tenga capacidad deactualizarla) y sí en cambio existen personas sin la gracia, lo que hace suponerque el orden natural, aunque ordenado a recibir de la gracia sanación yelevación, no la reclama necesariamente.Santo Tomás de Aquino dice que, si bien el primer hombre fue creado en estado degracia (lo que nos llevaría a pensar en la inexistencia de una naturaleza pura,abandonada a sí misma), con todo, y aunque su naturaleza estuvo en gracia desdela creación fue siempre, y al mismo tiempo, distinta de su sobrenaturalezainfusa (cf. S.Th. I, q.95, a.1, ad.5).Por eso decimos que la gracia es un don, es gratuita, no exigida, y que portanto debería llegar a la persona –porque a ella se ordena, según la mente deDios- si no encuentra ningún impedimento. En cambio –y volviendo al anteriorejemplo- no podríamos decir lo mismo de la sola naturaleza: a nadie se leocurriría pensar que la “intelectualidad” , la “voluntariedad” o la capacidad deestremecerse afectivamente ante el abrirse de un pimpollo en estival eclosión oel decir de una poesía requiera, absolutamente, de alguna previa disposición. Loque no quiere decir que una buena educación no favorezca a acrecentar yperfeccionar la inclinación a la verdad, la posibilidad del bien amar o lasensibilidad botánica y poética.La naturaleza es para la gracia aunque aquella pueda de todas maneras, y encontra de su natural tendencia, vivir sin ella, que siempre, de Adán a hoy, noha dejado de ser gratuita. Es decir, no exigida necesariamente.



2. ¿Eso quiere decir que no es absurdo pensar en la subsistencia de una naturaleza “incompleta” por la ausencia de la gracia?

Respuesta:
Depende qué entienda ud. por “incompleta”. Si lo decimos con relación a lagracia podríamos hablar de cierta carencia e imperfección. Pero si lo decimosdesde la sola naturaleza –que en la vida concreta existe, aunquedistorsionadamente- no necesariamente hay que concluir por la positiva.



3. ¡Primera contradicción! Porque si hablamos de plenitud o perfección natural no podemos, al mismo tiempo, hablar de “distorsión” debida a la ausencia de lagracia. O una cosa u otra. Explíquese por favor.

Respuesta:
“Distorsionadamente” lo digo refiriéndome a una naturaleza adulta norestaurada por y desde la gracia, pero no a una naturaleza personal noconsciente y con la sola culpa del pecado original que, en sí misma, no obstaríapara permitir plenitud de tipo natural. Tal carencia de gracia -que luego de lamuerte se traduce en ausencia eterna de visión beatífica, ya que entre gracia ygloria hay solo distinción de grado y no de entidad o naturaleza (cf. q.95, a.1,ad.6)- en el niño su vacío sobrenatural no es consciente, no es sabido, y portanto no es padecido. Por lo que hablamos de una plenitud natural.



4. ¿Es decir que ya se trate del niño sin consciencia muerto sin la gracia, yadel adulto que vive de igual manera la naturaleza es capaz de subsistencia?

Respuesta:
Exactamente. De hecho vemos que en la vida concreta todos los hombres sonhombres pero no todos los hombres poseen la gracia. Con la salvedad que lasvivencias o subsistencias en uno y otro no llegan a identificarse, porquemientras en el primero la falta de plenitud es relativa (en relación a losobrenatural) en el segundo es absoluta a causa del pecado personal.



5. Pero, ¿no es un poco aventurado decir con dogmática infalibilidad que “notodos poseen la gracia”, teniendo en cuenta que, como dice la Escritura (cf.Eclo. 9,1) y Santo Tomás de Aquino (cf. I-II q.112, a.5), no podemos los hombres tener certeza plena de quién sea acreedor de la gracia? ¿Cómo pues pronosticartan certeramente sobre algo que, por ser tan misterioso, nos trasciende? Pues noquisiera pensar que el teólogo, quien dice servir a Dios, pretenda usurparle el puesto erigiéndose como juez de las conciencias...

Respuesta:
Del hecho de no poder tener certeza sobre el estado de gracia propio o ajenoen razón de su objeto infinito y misterioso no se sigue que no podamos, encambio, deducir por conjeturas e indicios exteriores la posesión de la misma.Dado que quien posee la gracia, allende la tranquilidad de conciencia que no loacusa de culpa alguna experimenta, al mismo tiempo, gozo en Dios y menospreciopor los placeres mundanos. Indicios que hacen suponer con otro tipo de certezala presencia o ausencia de la gracia.Por eso es importante, como dice Santo Tomás, tener experiencia fruitiva de lagracia y saborear su dulcedumbre para poder percibirla. Incluso más: se lanecesita para escalar especulando seguro y sin desbandarse por las cumbres de lateología, ya que “nada sabe de cómo actúa la gracia quien no la recibe” segúnesta mística modalidad (cf. q.112, a.5, c.). Por eso para conjeturar a cerca dela gracia primero hay que saber, por experiencia, lo que significa tener la vidade gracia. O dicho con otras palabras: para ser teólogo hay que ser místico. Poreso los mejores doctores fueron y son no tanto los que más obras hayan podidoescribir sino aquellos que más la fe y la moral han sabido afectivamentepercibir. Tanto mejor –huelga aclarar- si el santo además de santo es escritor.



6. ¿Eso quiere decir que si es posible que la naturaleza pueda anómalamente vivir sin la gracia en la tierra podría también hacerlo luego de la muerte?

Respuesta:
Sí, ¿por qué no? No veo dónde pueda estar la diferencia. De hecho el infiernoes eso: ausencia total de gracia que se traduce en ausencia total de gloria.



7. ¿Entonces la doctrina del Limbo tiene asidero en esta verdad teológica: laposibilidad de que la naturaleza subsista separadamente de la gracia y laimposibilidad de que la gracia traducida en gloria sea compatible con unanaturaleza aún no santificada?

Respuesta:
Efectivamente, aunque la diferencia con el infierno radica en que mientrasaquí además de la pena consciente producto de la ausencia de Dios el alma padecetormento “de sentido” por sus culpas mortales no perdonadas, el Limbo, encambio, sería una separación de la visión de Dios pero sin pena sabida por lafalta de visión. De hecho hemos hablado de una felicidad natural, que debe serentendida como una cierta saciedad en las potencias que no llegan a actualizarsepor completo a causa de la ausencia de visión. Allí irían los niños sin uso derazón y libertad que mueren en pecado original.



8. Pero si mueren “sin uso de razón libertad”, ¿por qué decir que sus potencias alcanzarían una parcial satisfacción?; ¿no dijimos que ellas carecen deactualidad o ejercicio causa de su edad?

Respuesta:
Luego de la muerte el bebé adquiere conciencia y, por tanto, plenitud, quesobrenaturalmente hablando no llega a ser tal en el Limbo porque falta el finconsumado de la naturaleza.



9. Y si es consciente y, así todo, adolece de su fin último, ¿podemos decir queel niño más que tener una felicidad natural más bien sufre un poco por laausencia de su Dios? Entonces apelar a una “felicidad natural” sería lo mismoque hablar de cierto grado de insatisfacció n... De lo contrario habría queconcluir que aún hay ignorancia de lo que falta sin conocerse y que, por faltade conocimiento, hay ausencia de dolor. Dolor que sí existiría, en cambio, siconocido el fin, se prescindiera conscientemente aunque involuntariamente de él.Entonces, ¿en qué quedamos? Porque si hay felicidad natural entonces aún hayalgún grado de inconsciencia, y si hay total consciencia hay por tanto dolorconcienzudo de la privación.

Respuesta:
El niño muerto sin el bautismo adquiere la máxima consciencia que unanaturaleza no agraciada puede recibir y de la que se sigue la natural felicidadde la que hablamos. Porque consciencia y conocimiento son sinónimos decontemplación y felicidad. Ya Aristóteles decía que la “vida” por excelenciaradicaba en el intelecto y en la ciencia metafísica que, por ser sabiduría–conocimiento natural de las causas- produce deleite y contemplación; es decir,felicidad. Y es total en el orden natural, aunque comparada con el ordensobrenatural, aquél orden que perfecciona la metafísica, bien podemos decir quesea incompleta.



10. Pero, ¿en que quedamos? ¿Hay o no plenitud?, ¿hay o no felicidad?

Respuesta:
¡Sí!: hay plenitud, contemplación y felicidad natural. No existe dolor acausa del desconocimiento de la privación de Dios dado que el niño, si bienconsciente naturalmente, desconoce su fín último sobrenatural, no se entera desu existencia y por tanto no lo anhela. Análogamente a una persona que vive enel mundo naturalmente bien, con una sincera alegría y felicidad pero ignota delgozo que brota de la gracia y la contemplación infusa por desconocimiento de lavoluntad de Dios. Mientras no lo conozca no padecerá su ausencia y viviránaturalmente con una cierta plenitud.En el Limbo la plenitud es total respecto del orden natural y parcial enrelación con el sobrenatural. Parcial porque no hay visión, y total porque nohay ofensa personal, deliberada y voluntaria.



11. Es difícil pensar cómo una persona, ordenada por su naturaleza a un destino más allá del natural pueda nunca tener posibilidad siquiera de saber que existe,como ocurriría con el alma en el Limbo donde, si bien hay plena conciencianatural, hay ignorancia respecto de Dios...

Respuesta:
Es difícil pero no imposible. Cierto que el fin de la naturaleza es la gracia y la gloria y que la persona vive “naturalmente bien” recién cuando vive“sobrenaturalmente bien”; mas no por ello negamos que la naturaleza posea unacierta autonomía que le es propia, la cual, abandonada a sí misma, no deja deser incompleta y en cierto sentido “antinatural”. Es verdad lo que enseñabaChesterton al decir que “en el hombre lo más natural es lo sobrenatural” , peroque un ser viva antinaturalmente debido a la privación de lo sobrenatural noquiere decir que no pueda siquiera naturalmente vivir. Análogamente a lo quevemos en el orden natural: no es “natural” que una persona no sepa mínimamenterazonar, amar, recordar o que se vea privado de una pierna o de algún otromiembro corporal y sin embargo por el hecho de que existan personas así no noses lícito argüir a favor de la negación de su ser seguida de sus derechos, comotampoco conjeturar sobre una infelicidad debida a la carencia. Puedenperfectamente en “su” situación, en “su” estado, en “su” antinaturalidadalcanzar cierto grado de plenitud.“Antinatural” no es, en estos casos, sinónimo de infelicidad, de imposibilidado de aniquilación sino más bien de im-perfección, in-completud e im-plenitud(palabras estas últimas que acabo in-democráticamente de inventar).Que no lo sea de “infelicidad” justificaría la realidad del Limbo. Que no lo seade “imposibilidad” justifica, junto al Limbo, la existencia del infierno. Y queno lo sea de “aniquilación” justifica la lucha contra los propagadores delaborto eugenésico y de la eutanasia para quienes lo anormal o antinatural debelegalmente desaparecer. Por eso mal no le vendría a ministro “Triple G” estudiarla teología y adentrarse en los temas referentes al Limbo. Aunque de más estáaclarar que si él y los fautores de la actual democracia y la cultura de lamuerte pretenden hitlerianamente negar una naturaleza no del todo acabada noserá por causas teológicas ni por disquisiciones sobrenaturales sino más bienpor razones económicas y servilismos imperiales.Volvamos a las preguntas...



12. En filosofía se habla de potencia obediencial como la capacidad que tienenuestra naturaleza de abrirse y actualizarse en el contacto con la gracia; ¿nopodríamos inferir que todo hombre tiende naturalmente a su fin, a Dios? Y de serasí, ¿por qué no decirlo también respecto de los niños muertos sin la gracia bautismal?

Respuesta:
No confundir potencia con acto. La potencia obediencial es eso, una potencia:“capacidad de”. Que llegue a hacerse acto depende de la gracia que mueve y de lalibertad que concomitantemente colabora. Ahora bien, dado que el niño no puedeen vida voluntariamente colaborar habría que deducir dos cosas: o que requiereabsolutamente de la gracia para actualizarse y salvarse o bien que en algúnmomento antes o durante su partida haya recibido la posibilidad de colaborar consu salvación.De lo primero tenemos certeza revelada: Cristo habló de la necesidad absolutadel bautismo al decir que para salvarse “hay que nacer del agua y del Espíritu”(Jn. 3,5), mientras que la segunda posibilidad es hipotética y sin asidero en larevelación.Todo ser (incluyendo los inanimados; cf. I-II q.109, a.3, c) tiende a Dios con asu fin y propia perfección. En el hombre, junto a esta tendencia u ordenaciónnatural se agrega la sobrenatural en donde Dios es amado no sólo con principio yfin sino con amor de amistad que no existe al margen de dos iguales, es decir,de persona a persona. Así la visión beatífica es conocimiento y posesión de Diosal modo Suyo, intratrinitariament e.Similar a lo que ocurre con la virtud moral de la religión la cual, si bien encuanto a la materia y objeto (“lo que” se le debe, el culto, que reclama la fecon un determinado contenido) se dice que es una virtud teologal no lo esrespecto del fin dado que la sola razón da reverencia a Dios captado como “serprimero de la creación y gobierno de las cosas” (II-II, q.81, a.3, c.) Asítambién el niño se orienta a Dios con un apetito natural, que en el Limbo nodeja de estar colmado, pero sin gracia ni caridad que ya supone la intervencióndirecta de Dios y participación en su conocimiento y deleite tripersonal.



13. Ahora bien: si fuera del Limbo la solución menos incoherente sería teorizar sobre la posibilidad que Dios conceda al niño antes de morir lucidez y conciencia para que pueda optar sobre su propio destino y así logre actualizar-para su salvación o condena- la divina moción actual y su potencia obediencial, ¿no podríamos suponer que Dios realmente pueda hacerlo?

Respuesta:
Sí. De hecho lo puede hacer. Dios todo lo puede.



14. ¿Con todos los bebés?

Respuesta:
No.



15. ¡Otra contradicción! Si los conceptos tienen el valor que estimo han detener decir que “Dios todo lo puede” significa decir que “Dios todo lo puede”.¿Por qué sí en algún caso hipotético pero no de manera universal, máximesabiendo que Dios es Todopoderoso y misericordioso?

Respuesta:
Porque Él no se contradice como nos contradecimos nosotros, y su Revelaciónenseña como ley general que “hay que nacer del agua y del Espíritu”. De locontrario caeríamos en la filosofía de Occam y su derivado teológico MartínLutero para quienes la voluntad de Dios es ajena a la razón y las premisas de feya reveladas sobre las cuales la razón especula: “peca fuertemente que igualpodrás ser salvo, con la fe” dirá el discípulo. Mientras que su maestro rezará:“Dios puede salvar al pecador y condenar al santo”. Fe vs. razón y contradiccióndentro de la mente de Dios. Hegel y el teólogo suizo Hans Urs von Balthasar, tanlamentablemente venerado en no pocos ambientes teológicos “al día” con el mundose moverán, siglos después, en la misma dialéctica intradivina.



16. No entiendo. Si Dios puede hacer que el bebé reciba lucidez antes de morir o durante su muerte en algún caso particular, ¿por qué no extender universalmenteesta premisa?

Respuesta:
No podemos hacerlo porque Dios ha revelado otra cosa. Parecido a lo queocurre con los milagros: del hecho que Dios pueda alguna vez resucitar unmuerto, hacer danzar el sol o permitir que un hereje sea decano de unapontificia universidad católica no podemos inferir diciendo que sea esa la leygeneral revelada por Dios. Lo general, lo naturalmente revelado es que el muertomuera, que el sol no baile y que el hereje no sea promovido sino reprendido.Aunque con respecto a esto último tendríamos que preguntarnos si los milagrosno son desgraciadamente cada vez menos milagrosos...



17. O.K, entendido. Sin embargo no son pocos los que hablan de un “deseo” porparte de los padres o de la Iglesia que haría de supletorio al deseo aún no explícito del niño incapaz de consentimiento. Todavía más: La iglesia siempre ha enseñado que el deseo lo mismo que la sangre puede sustituir el agua bautismal. Entonces si los padres deseaban bautizarlo y no pudieron, ¿por qué no pensaresperanzadamente en la salvación del párvulo?

Respuesta:
No mezclemos los argumentos. Cuando la Iglesia enseña –y partir del Conciliode Trento dogmáticamente (Dz. 1524-796)- que el deseo puede suplir la materiavisible del sacramento lo dice respecto no de los padres o de terceros sino dela misma persona que recibe el sacramento. Y como desearlo supone conocerlo yquererlo (cosa que el niño aún no puede hacer debido a su corta edad) no nos espermitido argumentar, haciéndonos eco de esta verdad, diciendo que tal deseoajeno a la persona bastaría para lograr el efecto bautismal, es decir, laadquisición de la gracia habitual y la salvación.El adulto que deseaba el sacramento pero no pudo recibirlo por algún realimpedimento se salva puesto que ya poseía la gracia actual que, en el proceso depreparación, miraba a su consumación en la gracia habitual o santificante propiadel sacramento.



18. ¿Se salva en virtud de la gracia actual o de la habitual?

Respuesta:
De la habitual, que inhiere en el alma, que es el ser en acto que perviveluego de la muerte. La gracia actual, en cambio, es sólo una moción o“empujoncito” de Dios en las potencias del antedicho acto, que son, comosabemos, la inteligencia y la voluntad.En la persona que desea el sacramento Dios a través de la gracia ya ha comenzadoa actuar, a inquietar, a remover, a salvar. Por causa grave no llegará aconsumarla en el sacramento mas sí la conquistará antes de morir porque es lamisma gracia de Dios la que desde hace un tiempo ha comenzado a salvar. Si sirveel limitado ejemplo, sería algo así como una persona que ya es tal desde laconcepción aunque necesite del tiempo para alcanzar su plenitud. Y aquí ocurrealgo parecido: la gracia llegó, Dios está salvando y en la recepción materialdel sacramento la salvación llegará a una cierta culminación.



19. ¿Cómo “cierta culminación”?

Respuesta:
Sí; dado que la vida de la persona seguirá y la posibilidad de perder lagracia o acrecentarla se mantendrá hasta el día de su muerte.



20. ¿Puede la persona salvarse sin la gracia, sin el sacramento?

Respuesta:
Sin la gracia no, sin el sacramento sí.



21. No entiendo.

Respuesta:
La gracia es condición sine qua non para la salvación. Es Dios quien nossalva, no nosotros. Es la gracia la entrada para la gloria, no la naturaleza.Ahora bien, en el caso del adulto -como recién decíamos- la gracia habitual seanticipa en las potencias que ya comienzan a desear el agua, lo que hace que enese voto o voluntad de alcanzar el fin el mismo fin ya esté presente (¡sí, yaestá presente!) en el deseo. ¿Por qué? Porque el desear algo supone poner losmedios para alcanzarlo y en esa intención que busca los mejores medios ya sehace presente, de alguna manera, el anhelado fin. De allí que el catecúmeno quepor fuerza mayor (por ej., la muerte) no recibe lo visible del sacramento loposee incoativamente en la elección adecuada de los medios para poderloalcanzar.



22. Desear es querer: ¿por qué no puede uno querer algo bueno y con efecto paraotra persona?

Respuesta:
Desear no es sólo querer. Depende qué se entienda por “querer”. Mejor seríahablar de “voto”; palabra que en el pensamiento de Santo Tomás nos habla de unaidea más precisa y perfecta que el sólo querer volitivo El voto es un acto quesupone tres elementos: deliberación (juicio de la razón especulativa) , elpropósito (propio de la voluntad) y la promesa (acto de la razón práctica) (cf.II-II, q.88, a.1). No es el voto un mero deseo sino un acto que, en razón de sucomplejidad, implica una cierta obligación que la persona se impone libremente,y al imponérselo conscientemente se supone que desea, en lo concreto, lograr suconsecución. El voto pues no es sinónimo ni de “intenciones”, ni de “tener ganasde” ni de “deseo voluntario” sino que un acto más perfecto en donde intervienela razón movida por la voluntad.



23. Sin embargo no me queda claro por qué no podemos aplicar el mismo argumentocon un bebé que, al igual que el adulto, se ve privado del agua bautismal. El voto de los padres o de la Iglesia según estas tres dimensiones que envuelven larazón especulativa, la práctica y la voluntad, ¿no puede estar presente yanticipadamente el fin para que el niño a quién se ha querido bautizar?

Respuesta:
No es el mismo caso, porque el deseo es eficaz cuando quien desea es lapersona que anhela la gracia sacramental, cuando hay un interés de quien anhelade poner los medios para alcanzar el fin ya presente –como dijimos- en elproceso de su consecución. Parecido a lo que ocurre en una persona que hacevotos religiosos, quien, además de verse imposibilitada de diferirlos a untercero que se comprometa en su lugar vivir de manera pobre, obediente y casta(¡no ella, sin otro en lugar de ella...!), cumpliéndolos con madurez gustaanticipadamente el fin de su consagración. Así también en los sacramentos: si eladulto desea es gracias a Dios que lo hace desear y no tan solo a su naturaltendencia al más Allá. Repito: si el apetito natural se abre, se actualiza, se“toca” con lo sobrenatural es en virtud de la gracia y no de la naturaleza queen sí misma es incapaz de ello. Así como “no se le puede pedir peras al olmo”tampoco le podemos pedir a la humana natura que haga fructificar lo que no puedefructificar.



24. ¿Y por qué no puede?

Respuesta:
Porque aunque no sean órdenes incompatibles sino complementarios (ya que lagracia es para la naturaleza, por lo que decimos que la “supone”) son sinembargo órdenes distintos, muy distintos y diferenciados entre sí habiendo entreellos diferencia de cualidad y no simplemente de cantidad. El orden natural noes el orden sobrenatural. La naturaleza no es la gracia. La caridad no es lafilantropía. La fe no es la presencia ignorada. El Cielo no es la tierra. LaIglesia no es el mundo. El hombre no es Dios.



25. Acepto. Sólo la gracia es la que hace que el hombre se abra a la gracia.¿Pero por qué entonces no aplicar la posibilidad de una gracia actual también alinfante muerto sin el sacramento?

Respuesta:
No se puede porque la tal gracia, como se dijo, se ordena a las potencias del alma y supone su ejercicio, como enseña Santo Tomás:


“La gracia puede entenderse de dos maneras: o es un auxilio divino que nos muevea querer y obrar el bien [la gracia actual, aunque el Santo no la llama con estenombre], o es un don habitual que Dios infunde en nosotros” (I-II, q.111, a.2,c. Subrayado mío).

Ambas son principios de operaciones, y mientras que la santificante o habitualpor un lado sana y eleva el alma (por ej., la gracia obtenida en la recepciónsubjetivamente conveniente de un sacramento), de cuyo nuevo ser habrá deseguirse una nueva obra ahora meritoria para la eternidad o gloria (puesto quela gracia es la anticipación “en pequeño”, cuantitativa, y no cualitativa de lagloria futura), la actual, en cambio, no restaura la naturaleza sino que muevesólo las potencias.

“[Hay otro auxilio de la gracia, además de la habitual o santificante] por elcual Dios mueve a la acción” (I-II, q.109, a.9, c. Subrayado mío).

La gracia actual se ordena tan sólo a la operación, a la obra. Ahora bien, paramover la inteligencia y la voluntad se requiere de un sujeto que conozca ydesee, que no puede ser sino un sujeto consciente. “Dios mueve todas las cosassegún su naturaleza”, dice Tomás (cf. q.113. a.3); por lo que tal gracia nopuede operar en las personas que aún no viven según las potencias, tales comolos bebés y niños pequeños. Para ellos la gracia ha de llegar a través delsacramento.



26. ¿Necesariamente a través del sacramento, a través del agua?

Respuesta:
“Los niños no poseen el libre albedrío, y, en consecuencia, Dios los mueve a lajusticia informando simplemente su alma. Pero esto no ocurre sino por medio delsacramento” (I-II, q.113. a.3, ad.1. Subrayado mío).



27. Sin embargo Santo Tomás habla también de una gracia actual llamada “gratisdata” que mira a la perfección de otra persona, una gracia que uno conquistapara el bien espiritual de un tercero. Nosotros solemos llamarla gracia“carismática” (capacidad para curar, don de profecías, de lenguas, habilidadpara el discernimiento de espíritus, etc). Volviendo entonces al tema que nosocupa: ¿no podríamos ver en el voto de los padres o de la Iglesia una gracia deesta naturaleza destinada a la salvación de un tercero, el niño sin bautizar?

Respuesta:
La respuesta no parece ser afirmativa porque la dicha gracia, además de noproducir la unión con Dios sino tan sólo disponer para la misma (cf. q.111,a.5), ella se orienta a fortificar la fe de la persona que la recibe a través,principalmente, de la enseñanza y la persuasión (cf. q.111, a.4), quedandoexenta, por tanto, una persona que todavía no puede recibir la dichainstrucción.



28. Bien. Sin embargo ¿por qué el actual Catecismo no afirma la existencia delLimbo sino que, por el contrario, parecería inclinarse a la esperanza de unasalvación universal?:

“En cuanto a los niños muertos sin bautismo, la Iglesia solo puede confiarlos ala misericordia divina (...)” (CIC 1261).

Respuesta:
Distintamente del común sentir, el Limbo no deja de ser unasolución...¡misericor diosa! No nos olvidemos que San Agustín (s.IV) decía queestos párvulos sufrían en el infierno “una pequeña pena” debido a la culpaoriginal. Y pasar de una pena, por pequeña que sea, a una felicidad natural nodeja de ser un cambio esperanzador y una alternativa menos rigurosa y más misericordiosa.



29. ¿Y qué decir de este pasaje del mismo Catecismo?

“(...) La ternura de Jesús con los niños, que le hizo decir: “Dejad que losniños vengan a mí, no se lo impidáis” (Mc. 10,14), nos permiten confiar en quehaya un camino de salvación para los niños que mueren sin Bautismo” (ibid.).

Respuesta:
El “confiar” no es más que eso. Dar el salto de la confianza a la certezasupondrá -y esperemos que no deje de hacerse- una reflexión más honda acordesiempre con la Escritura y la Tradición, con la razón y con la fe.



30. Pero si el planteo hasta aquí expuesto es el más coherente con la razón y larevelación, ¿por qué son pocos los teólogos que así lo enseñan? Más aún: en Roma existe un grupo de estudiosos estables convocados por el Papa para discurrirsobre temas teológicos. Forman una comisión llamada Comisión teológicainternacional y en el último debate sobre el tema “Limbo” se han inclinado a laafirmación de su negación, empezando por su Presidente el P. Luis Ladaria. ¿Enqué quedamos?, ¿a quién escuchamos?, ¿en quién creemos?

Respuesta:
Creer hay que creer en Dios, no en los hombres. Sin embargo, como “la fe nosviene por el oído” no deja de ser necesario el escuchar bien y a los que saben.Teóricamente los teólogos deberían saber estudiar y enseñar bajo la condición deque lo hagan subordinándose a la verdad revelada y enseñada por la Iglesia. Siasí no lo hacen son teólogos disidentes, adúlteros, que adulteran su vocación deservicio a la razón y a la revelación. ¿Algunos ejemplos...?



31. Sin embargo no podemos acusar a los teólogos de la Comisión de disidentes ycon un magisterio paralelo al oficial puesto que negar el Limbo no contradiceninguna verdad de fe. No ha sido nunca verdad dogmática y definida.

Respuesta:
Si y no. Cierto es que tales teólogos gozan de libertad para formular susteorías incluso contrarias a la del Limbo ya que este todavía no ha sidodefinido infaliblemente, por lo que si pretenden negarlo no son necesariamenteni herejes en potencia ni sospechosos en acto. Pero no lo es menos el que laIglesia durante casi mil años ha tenido una estima no disimulada por la teoríaaquí defendida. Así por ej. escribía el Papa Inocencio III:

“La pena del pecado original es la privación de la visión de Dios; la pena delpecado actual es el suplicio de un infierno eterno” (Carta Maiores Ecclesiae,fines de 1201).

Existe como segundo documento una Bula del Papa Pio VI, contra el Sínodo dePistoia. Allí el Papa decía que el Limbo consistiría en una pena de daño(ausencia de la visión de Dios) pero carente de la pena de sentido, “fuego” o tormento existente en el infierno. ¿Cómo hacer para rubricar la “pena” con lafelicidad? No es fácil. Pero sugiero volver a las respuestas de las preguntas 7,8 y 10 que tratan de esbozar una solución a esta aparente paradoja.Volviendo a la Comisión teológica, tanto la que aúna a los teólogos como la queaglutina a los exégetas más expertos (o que al menos deberían serlo) enEscritura –llamada Comisión bíblica internacional- no pasan de ser simplesórganos consultores del Papa, sin ningún peso magisterial. O sea, que una deestas comisiones bien podría públicamente dar su parecer sobre un determinadotema sin por eso vernos en la obligación de acatar ni en la escrupulosidad dedisentir.



32. ¿No sería una pretensión soberbia el querer explicar racionalmente lo que senos presenta como dificil de comprender?; ¿debemos ser tan bizantinamenteexhaustivos en la reflexión sobre el Limbo?; ¿no sería la mejor opciónracionalizar menos y esperar más en la misteriosa misericordia de Dios?

Respuesta:
Que exista la tentación del racionalismo no significa que nos sea lícitodispensarnos de la reflexión. La ciencia busca las causas y la teología, al serreina de las ciencias, también nos exige teorizar, conceptualizar y desentrañarlo que se pueda del misterio encaramados en la razón iluminada por la fe. De locontrario nos precipitaríamos en el fideísmo irracional, lastimosamente presenteen la odierna teología católica y capaz de sostener ridículamente lo contrario¡y hasta lo contradictorio!



33. ¿No decía ud. más arriba sin embargo que en teología más importante quediscurrir, conceptualizar y transcribir es la experiencia que el teólogoadquiere en el contacto íntimo y mis-terioso con Dios? ¿Por qué bregar ahora enpro de la razón?

Respuesta:
Una cosa no contradice la otra. Todavía más: la verdadera mís-tica oexperiencia de Dios, en el teólogo, no puede prescindir del buen funcionamientode su sustrato que es la razón que especula sobre la base de principios sólidose indefectibles. Es decir que para captar y traducir los misterios referentes ala gracia, al Limbo, a Cristo, etc., allende la experiencia, se requiere de larazón que bien razona según la primacía del ser y la revelación.Por lo demás, para hablar balthasarianamente de “esperanza” habría que hablartambién de fe ya que la primera virtud no existe nunca sin la segunda (cf.II-II, q.17, a.7). Y para bien entender qué cosa sea la fe además de conocer sucontenido hay que saberla pensar, lo que no se da sin un buen funcionamiento dela razón. El contenido es el fruto de un pensamiento y este adviene de un sana,ordenada e iluminada razón. Lo contrario no es fe sino fideísmo, ni esperanzasino presunción, ni catolicismo sino solapado protestantismo.



34. ¡Pero el niño es inocente!, ¿por qué privarlo eternamente de la visión deDios?

Respuesta:
Justamente por eso: porque es inocente.



35. Pero si es inocente quiere decir que nunca pecó y que por tanto no merece elcastigo de la privación.

Respuesta:
En cierto sentido es inocente y en cierto sentido no lo es. San Pablo dice,hablando del pecado de Adán (cf. Rm. 5,12; 3, 23), que “en él todos pecaron” yque “todos pecaron y están privados de la gloria de Dios”. Y todos quiere decir“todos”.Con respecto al castigo no hay que olvidar que el bebé está naturalmente felizy, dada su ignorancia de Dios, no sufre su privación.



36. El citado San Pablo dice también que “Dios quiere que todos los hombres sesalven” (cf.1ª Tm. 2,4). Y todos –según ud.- quiere decir “todos”.

Respuesta:
Pero agrega diciendo que Dios quiere como condición que “lleguen alconocimiento pleno de la verdad”, queriéndonos decir no hay salvación posiblesin acceso a la verdad; y a la verdad “plena”. Y como el pecado en sus dosformas (original y voluntario) es parcial ausencia de trascendentales, carenciade ser y privación de bien y de verdad no es fácil pensar cómo pueda con esteobstáculo avenir la salvación.37. No deja de serme difícil entender cómo un bebé, sin culpa propia, puedapagar no viendo a Dios por un pecado que nunca buscó.R/ Y a mí no deja de serme difícil entender como un Adulto, sin culpa propia,pudo pagar por muchos pecados que no cometió.